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PASADAS las once de la mañana de ayer, España estaba encima de un avispero: la prima de riesgo estaba casi en 500 puntos básicos y los tipos en el 7%. Es decir, en zona de rescate o, al menos, en números en los que fueron rescatadas por la UE y el FMI Grecia, Irlanda y Portugal. Bien es verdad que Italia lleva varias semanas en una situación peor y aguanta a la espera de que el Gobierno tecnócrata de Mario Monti aterrice y empiece las reformas. Por cierto, la canciller alemana Angela Merkel, patrona indiscutible de la cosa europea, ya le ha metido prisas. Bueno, a lo que íbamos.

Momentos antes de que España colocara 3.562 millones de euros al 7,088 %, un tipo de interés que no se pagaba desde 1997, el 5,43%, el máximo favorito para presidir el Gobierno de España, Mariano Rajoy, aclaraba -o no- en una entrevista en la cadena Ser algunos aspectos de su programa: no descartó que las medicinas se paguen en función de las rentas; revisará la Ley de Dependencia; rebajará los impuestos a los emprendedores; volvió a mostrarse ambiguo con el aborto y los matrimonios homosexuales: defendió que se pueda fumar en los bares si no se molesta a los no fumadores…

Aunque calificó de "terrible" que la prima de riesgo española hubiera alcanzado de facto los 500 puntos básicos, Rajoy volvió a desaprovechar la ocasión para lanzar mensajes más nítidos y oportunos a los mercados. Es verdad que faltan tres días escasos para que se produzca su advenimiento y que hasta el 13 de diciembre no será investido, pero la situación económica le exige que empiece actuar como presidente in péctore. Así las cosas, en la entrevista de marras, debió, en primer lugar, revelar el nombre de su vicepresidente o vicepresidenta, económico. Adelantar su nombre quizá hubiera ayudado a la prima de riesgo española. Por lo demás, está bien que insista en que "tenemos que transmitir un mensaje de que vamos a ser austeros y de que vamos a cumplir con nuestros compromisos europeos". Pero ese mensaje "nítido" de que "somos un país serio" lo debe construir desde la prudencia. No creo que, a estas alturas, por muchos votos que pueda arrancar entre patriotas extremos que aplauden los arrebatos de testiculina, sea de recibo su cantinela de que "antes éramos un país respetado y ahora nos dicen desde fuera lo que tenemos que hacer". Menos lobos, caperucita. Como la prima de riesgo no baje, veremos a ver dónde ponemos el centro de mando. Cabe recordarle que Alemania, el FMI y los mercados le han dicho a Italia, que no es país menor -representa más del 17% del PIB de la UE, mientras que España tiene un 11%-, que Silvio Berlusconi, puerta y calle. Y han puesto en su lugar a Monti sin importarles mucho su legitimidad democrática. Todo ello, desde fuera.

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