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DERBI Joaquín lo apuesta todo al verde en el derbi

Visto y Oído

francisco / andrés / gallardo

Por allí

ESTÁN orgullosos de lo que son, mentalizados de lo que hacen y sobre todo saben que los demás, el resto de planeta, lo consideran astros y seres influyentes. Es injusto, por la goleada, comparar Hollywood con el cine español, tanto como buscar paralelismos entre sus respectivas galas y las simpatías que despiertan. Por muy envarada que a veces pareciera Ellen DeGeneres (algo así como si Susanna Griso, estrella matinal, hubiera triunfado años atrás con Hostal Royal Manzanares), al lado de Manel Fuentes es una fusión entre Laurence Olivier y Groucho Marx. La noche de los Oscar es la gran gala mundial de cada año, aunque nunca es para tanto y en España nos terminamos rindiendo poco a poco al sueño tras encarar la alfombra roja con todo el entusiasmo de los cafés. No es tan gran espectáculo si vemos la gala en su integridad. Lo de los Oscar son momentos, ráfagas, anécdotas, vestidos, alguna cara y un rodillo en las redes sociales. Es decir, parece que cada vez les interesa menos como programa de televisión en su totalidad. Les resulta más efectivo y rentable que la noche pueda ser despedazada en decenas de vídeos y portadas: con eso siguen cubriendo su cuota estelar de protagonismo.

Excepto la gracieta hiriente y prescindible a Liza Minelli, DeGeneres tuvo un prometedor arranque en el monólogo inicial y repartió sosa cáustica en algunas introducciones. Sabía que con lo de la pizza y la afoto ya tenía suficiente cartuchos para ser recordada. Hollywood, que pasa por un momento muy pobre, volvió a montar un escaparate cortito de ideas, a su medida. Pero aun así, hay compromiso, inteligencia, visión de negocio. Sí, efectivamente, alejado con todo lo que se cuece por aquí.

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