Crónica Personal

Pilar / cernuda

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ES la cifra de puestos de trabajo creados en 2014, en número de españoles que en ese año se han dado de alta en la Seguridad Social. Cifra insuficiente, porque además habría que conocer a fondo las condiciones de cada uno de esos trabajos -horas semanales, salarios, letra pequeña de los contratos- antes de cantar victoria. Pero que por primera vez en siete años se haya creado empleo neto y que el 8 por ciento de esos nuevos empleos sean indefinidos -casi un 20% más que el año anterior- permite ver el futuro con una cierta esperanza. La mejoría es evidente, y se valora más cuando llega después de tantos años en los que solo se producían noticias negativas y los pocos contratos que se firmaban eran de pésimas condiciones, porque los contratantes se aprovechaban de la precariedad -y de la necesidad- para imponer salarios de miseria y ninguna garantía de continuidad.

Todas las cifras tienen su cara negativa, y las que recogen la situación laboral en el 2014 no son excepción. Pero se ha producido una mejoría notable respecto a situaciones anteriores aunque aún estamos lejos de alcanzar los índices de empleo y salario de los años noventa. Y tardaremos años en decir que se ha producido la ansiada recuperación.

Las cifras, sin embargo, con ser tozudas, se contraponen a lo que se ve en la calle, lo que se observa, lo que se siente. Desde hace meses es visible una cierta alegría comercial, ya hay mesas ocupadas en restaurantes, de nuevo es difícil encontrar entradas para las películas o las obras de teatro de moda, y es habitual que los amigos y conocidos comenten los viajes que acaban de hacer, después de años sin moverse de casa.

No hemos superado la crisis, pero se nota que estamos saliendo en que se ve menos angustia en los rostros de alrededor, e incluso nosotros mismos logramos conciliar el sueño tras noches de insomnio tratando de encajar mentalmente las cuentas familiares, que no salían.

La única manera de superar una crisis económica es crear empleo. En España, en los últimos años, tener un trabajo era un lujo, y un trabajo estable, un milagro. Sin embargo, parece que empiezan a cambiar las tornas; sólo parece, pero si es cierto que nadie está en condiciones de echar las campanas al vuelo, no lo es menos que algo está cambiando, y es para bien. No se ha retrocedido en estos últimos meses; se ha avanzado poco, pero se ha avanzado.

El objetivo que debe tener el Gobierno es insistir en la calidad del empleo.

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