Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

20-D

LA crisis económica ha sido el fermento de la indignación y en la medida que ésta va remitiendo, la masa se quedará en suflé, pan de telera o simple pita. Me inclino por el pan, ni Podemos ni Ciudadanos son un suflé, pero no van a asaltar los cielos a la primera; de hecho, los de Pablo Iglesias ya están buscando a los de IU en Aragón y en Andalucía, y Antonio Maíllo los va a recibir a portagayola. A él y a su amigo Alberto Garzón le va a salir bien este harakiri lampedusiano de Izquierda Unida por la vía de la unidad popular. Pablo Iglesias llegó a asegurar en octubre de 2014 a Jordi Évole que si no conseguía ser presidente del Gobierno, se iría. Pues a lo mejor Errejón, que es el Messi de la izquierda española, le toma la palabra por prepotente y antipático.

El crecimiento económico rebaja las expectativas de Podemos y de Ciudadanos, y por eso el calendario corre a favor de Mariano Rajoy, quien ayer le confirmó a Carlos Herrera que su fecha para las elecciones generales es el 20 de diciembre. En el peor de los casos, el 13-D. Ya saben, el efecto Navidad, la paga extraordinaria en el bolsillo, las luces en la calle, vuelve a casa, vuelve y el parado del anuncio de la Lotería que este año lo van a afeitar para que se parezca al calvo, que daba más suerte en la España del ladrillazo. El Gobierno pagará a los funcionarios una cuarta parte de la extra de 2012 este otoño y a ello se sumará la propia de 2015, de tal modo que el 20 de diciembre muchos pensarán que Rajoy merece otros cuatro años y que España aún no está para experimentos después de la Gran Recesión. A Pedro Sánchez, a Albert Rivera y a Iglesias también les viene bien un poquito de oposición, los hará más maduros.

Pero como el fermento hizo sus efectos, Rajoy no volverá a pasar de los 150 escaños, y Podemos y Ciudadanos serán necesarios para apuntalar a un Gobierno en minoría. La aritmética parlamentaria hace milagros, pero la suma del PSOE y de Podemos no va a ser suficiente para vencer la legitimidad de Rajoy si queda el primero, el ruido destructor de la derecha mediática y el temor a una experiencia que sólo tiene sus antecedentes en los gobiernos autónomos: Txiki Benegas y Javier Arenas no fueron presidentes porque Ardanza y Griñán, respectivamente, buscaron otros aliados. Son sólo dos ejemplos. Pero hay una tercera vía en la que piensan otros analistas electorales: que sólo la suma del PP y del PSOE será la que dé estabilidad, en cuyo caso Pedro Sánchez podría ser vicepresidente del Gobierno. La gran coalición que nos lleve a la reforma constitucional.

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