CONOCEMOS el significado de pocas siglas, pero las del Banco Central Europeo las tenemos clavadas como puñales. Draghi es el hombre que tiene a España contra las cuerdas, que sonríe a Luis de Guindos en las reuniones internacionales pero que después actúa como si el BCE fuera suyo; como si tuviera que guardar bajo siete llaves hasta el último céntimo de euro, sin atender a las razones de los países necesitados de ayuda ni a las presiones de Merkel y de Durao Barroso, que aparentemente son más conscientes que Draghi de la situación de emergencia que vive la Unión Europea: si no se echa una mano a los países en dificultades que podrían salvar la crisis si el BCE acudiera en su ayuda, podría romperse la Europa del euro. Y si se rompe la Europa del euro, poco futuro le queda a una Unión Europea dividida, con el Reino Unido cada más distanciado y con tres o cuatro países de escasa relevancia que se dedican sistemáticamente a presentar vetos para ver si así tienen protagonismo. Moscas cojoneras, se llama en España a quienes se apuntan a ese tipo de actitudes que pueden dar al traste con las mejores empresas.

EL BCE, que es de todos, no de Mario Draghi, nació para garantizar el buen futuro del euro. Es lo más parecido que haya una política monetaria común, aunque para que efectivamente la UE cuente con una política monetaria común tendría que existir también una política fiscal común, algo por lo que claman quienes conocen de verdad los problemas internos de una Europa que ha perdido los principios por los que fue creada, que ha crecido desmesurada y desordenadamente antes de haber aprobado su estructura y las competencias de sus instituciones y que está en manos de dirigentes elegidos en función de su capacidad para someterse a la influencia de quienes les eligieron y no por su profesionalidad y competencia. Cuentan quienes tienen acceso a él que Jacques Delors aún se duele de la trayectoria que sigue la UE desde que él dejó la presidencia de la Comisión. No le falta razón, fue el último buen Presidente de la Europa Unida. Desde que dejó el cargo hemos ido de mediocridad en mediocridad.

Las dudas del BCE han dejado el euro en manos de los mercados, que se mueven siempre a conveniencia. Draghi ha puesto a España en una situación límite hasta que finalmente ha reaccionado al salir a la palestra para advertir que no dejará caer el euro. Decirlo y que la España de la economía empezara a respirar fue todo uno, la prima bajó su índice alarmante y el Íbex inició una moderada subida. Lo que confirma que el BCE es elemento fundamental en la crisis española y en la europea. Los bancos centrales, el europeo entre ellos, deben estar siempre en las mejores manos.

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