El poliedro

José Ignacio Rufino / Economia&empleo@grupojoly.com

Banco, coge el dinero y no corras

La nueva recapitalización bancaria debería estar sujeta a compromisos claros por parte de la banca.

LOS bancos enturbiaron su razón de ser al dedicarse no tanto a captar ahorro y prestar a particulares y empresas -su función económica, o eso creíamos- como a hacer operaciones meramente financieras entre los propios bancos: la actividad interbancaria es muy superior en volumen que la de los depósitos y la crediticia tradicionales. En la confusión de actividades minoristas, mayoristas y de ingeniería financiera está el origen de que los fondos públicos dedicados a apuntalar bancos hayan sido muy superiores a, por ejemplo, las necesidades de financiación de particulares y empresas en casi cualquier país: matar moscas a cañonazos, salvar al hijo pródigo bancario a cualquier costa. Un hijo bastante público con forma de S.A. -llamado banco- que hace perder mucho dinero a sus dueños accionistas y a los ciudadanos de su país… y hace ganar fortunas a sus tecnócratas en las cúpulas directivas. Los bancos necesitan aclarar su esencia y dejar de inyectar zozobra periódicamente en el sistema. Si, para colmo, usted tiene en cuenta que los bancos son los seres más promiscuos del planeta económico, y todos se prestan y se piden entre ellos… nadie sabe por dónde les van a llegar las galletas, ni cuándo. Por todo eso, el banco -todo banco- tendrá miedo y no prestará dinero. Pero no dejará de tener agujeros más o menos negros en sus activos: cosas que sabe que no va a cobrar y que cuentan en su contabilidad como derechos de cobro. Si se reconoce, como se ha reconocido esta semana, que los préstamos griegos no van a ser devueltos en un 50%, el desastre está servido. Salvo, claro, que Angela Merkel vea la luz y diga que a los griegos se les tiene que perdonar un cacho, y -¡uff!- que aquí no queda un banco sin recapitalizarse. Otra vez salvando bancos. Un chantaje institucional en toda regla.

Recapitalizar la banca es tapar agujeros con fondos, con dinerito. ¿Dinero de quién? ¿De los inversores? A los inversores les da la risa nada más que de pensarlo. Muchos estados no están tampoco para nada. Quizá haya que darle a la maquinita de hacer euros. Pero no nos olvidemos de que quien carga a la postre con la recapitalización de los bancos es el contribuyente, aunque nos quieran vender la moto de que resucitar a la banca sale gratis. Vean si no la millonada que se le ha dado al FROB español para que la regale o la preste -como prestaría un buen amigo- a bancos problematizados. Dinero que no va a otros sitios presupuestarios. Dinero para parar el miedo a que caiga un banco. Y para que algunos gestores de bancos semipúblicos -sí- como eran las cajas, no sólo destrocen esas cajas, sino que se pongan indemnizaciones por despido que son auténticos crochets en el hígado del quemado españolito medio, sin que el virrey financiero llamado Fernández Ordóñez se haya enterado. El gobernador del Banco de España da -o daba…- caña al Gobierno cada vez que le ponen un micrófono delante; hace de Pepito Grillo de la reforma y la austeridad… pero sus gobernados se la meten doblada, y ustedes sabrán perdonar la grosera frase. Lo de la CAM y Novacaixagalicia es de señores de la guerra en Somalia, pero con algunos estudios y buenos abogados.

Desde arriba -el G-20, por ejemplo, ¿qué otro lugar?- deben acordarse unas normas de gobernanza e intervención pública. Meter a los bancos en cintura: que se aclaren y dejen de jugar todos a todo. Alcanzar un juego global de compromisos mutuos que recuperen a la política del K.O. técnico. A partir de ahí, la banca recapitalizada debe ser forzada a que ejerza su labor crediticia y a dejar de intercambiar flujos financieros con cualquiera frenética y diariamente: quid pro quo. La empresa financiada por esta vía debe ser supervisada de forma que dedique los fondos a algo que no sea echar a gente o a tapar sus propios agujeros. Que los dedique a vivir, a vivir como empresa. Para todo ello hace falta control. Control para sobrevivir e intentar levantar cabeza. ¿Alguna benéfica y alquímica propuesta basada en la mano invisible y en la libertad de plástico? Muchos bancos están nacionalizados de facto. Ahora toca gestionar. Toma el dinero, pero no corras de nuevo.

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