COINCIDIENDO la llegada de las rebajas con la permisividad que dará paso a la abolición del Plan Centro, la calle Baños ha vuelto a su esencia, a su más insufrible idiosincrasia de manifiestamente inhabitable. El sitio en teoría es ideal para vivir, con todo al alcance de la mano, con el coche en el garaje semanas y semanas por innecesario, pero, ay, levantan la veda para que esa vía sea la única por donde se llega al Cortinglés, anuncian las rebajas y un hormiguero de coches inmóviles llenan la calle de humo y del sonido infernal de los cláxones que manejan auténticos posesos que creen que van a llegar al gran aparcamiento alguna vez. Si el Plan Centro tenía algunas ventajas, una era la de que los que vivimos en la calle Baños pasamos un tiempo de bonanza. Y ahora, ni siquiera nos queda poder pararnos con Diego Lencina para largar por esas boquitas de tanto coche, tanto humo y tanto claxon estridente.
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