las claves

pilar Cernuda

Bárcenas, sin oxígeno por el Everest

Convulsión en el PP. El ex tesorero se muestra seguro de que saldrá de rositas después de poner al partido contra las cuerdas y deteriorar aún más la imagen de la clase política

GEORGE Mallory se convirtió en héroe cuando junto a un grupo de escaladores se empeñó en alcanzar la cumbre del Everest sin oxígeno. Era 1924 y nunca volvieron de las altas cumbres, pero su nombre está escrito con letras de oro en la historia del alpinismo. Lo cuenta Ken Follet en uno de sus últimos libros, utilizando como base que varios de los cuerpos de la expedición fueron encontrados bajo la nieve en los años noventa. Queda la duda de si Mallory, un mito en cualquier caso para los británicos, llegó a la cima del monte más alto del mundo.

Luis Bárcenas también quiso escalar el Everest, y también sin oxígeno. En el grupo de alpinistas que intentó la hazaña se encontraba su gran amigo Luis Fraga, y llegaron muy arriba; no alcanzaron la cumbre pero casi. Y provocaron polémica, porque aseguraron haber abierto una nueva ruta, a la que llamaron ruta española, que nunca ha sido reconocida por la federación, aunque sí por otras instituciones internacionales. Está claro que a Bárcenas le gustan las alturas y está claro que se mueve en las aguas siempre enrarecidas de la incertidumbre, la duda y la incógnita. Tanto en el campo deportivo como en el político.

Es el hombre que ha puesto al PP contra las cuerdas, que ha causado un daño irreparable a la clase política porque ha provocado que se asiente la imagen de que esa clase se mueve en la corrupción generalizada; el hombre que ha provocado también que gran parte de los partidos de la oposición pidan la dimisión del presidente del Gobierno, y el hombre que ha logrado amasar una fortuna que ha colocado en bancos suizos y que ha intentado limpiar a través de la amnistía fiscal de Montoro. Nuevo debate y nuevo problema para el ministro de Hacienda, que se ha visto en la picota acusado de elaborar una ley que favorece a los evasores de impuestos y amigos de colocar fortunas en paraísos fiscales o no tan fiscales.

Luis Bárcenas, dicen quienes le conocen, siempre ha presumido más de sus retos deportivos que de sus cargos políticos, a pesar de que era un hombre de relevancia en el PP: manejaba los dineros del partido desde hacía casi 30 años. Fue presionado para que dimitiera cuando fue imputado en Gürtel, tras varios meses de tira y afloja en los que se resistía a aceptar las sugerencias de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, para que dejara el cargo; sugerencias que se convirtieron en órdenes cuando se hizo muy evidente que Bárcenas mantenía sospechosas relaciones con Francisco Correa. Su cese se presentó como dimisión voluntaria y solicitud de baja temporal de militancia, pero era un secreto a voces que Rajoy finalmente se había plegado a De Cospedal en el sentido de que mantener a Bárcenas en el partido era letal para el PP.

De Cospedal no fue la única persona del PP a la que se le atravesó Bárcenas. Antonio Hernández Mancha le relevó del equipo de tesorería de Alianza Popular, pero Manuel Fraga lo rescató cuando regresó temporalmente al partido apenas dos años más tarde para intentar poner en forma una formación política que con Mancha iba al desastre. Se mantuvo Bárcenas durante la presidencia de Aznar y de Rajoy, hasta que se cruzó el caso Gürtel en su camino. Con Álvaro Lapuerta como hombre de las finanzas hasta que fue relevado por Bárcenas en la tesorería, y con un tercer hombre de relevancia en el equipo de tesorería, Cristóbal Páez, que salió por un fuerte encontronazo con Bárcenas -casi llegaron a las manos-, conoce en profundidad los secretos de los dineros del PP y que incomprensiblemente hasta ahora no ha dicho una palabra porque nadie le ha pedido que lo haga.

Bárcenas fue senador durante seis años, hasta que dejó la tesorería, pero por lo que ahora se sabe ni vivía del sueldo del partido ni tampoco del sueldo del Senado. Cómo ha acumulado tantos millones de euros tendrán que investigarlo los jueces, porque a pesar de que él explica que se trata de operaciones bursátiles fructíferas, de operaciones con obras de arte y de que dirigía las finanzas de varios inversores extranjeros, latinoamericanos en su mayor parte, no salen las cuentas.

Entre sus amigos se contaban Ángel Sanchís, que ahora marca distancias con Bárcenas cuando ha visto que ha utilizado su nombre para justificar sus ingentes ingresos, a pesar de que Bárcenas no formó parte nunca de sus negocios argentinos. Y el abogado Jorge Trías, por el que además Bárcenas siente un profundo agradecimiento porque cree que fue quien, a través de una conversación con el juez Antonio Pedreira, logró que su mujer, Rosalía Iglesias, no fuera imputada en Gürtel. Trías, por cierto, es muy amigo del juez Garzón, le ha defendido a capa y espada y le apoyó públicamente cuando fue apartado de la carrera por prevaricación. La publicación de una carta de Trías Sagnier en El País acusando al PP de utilizar sobresueldos y sobres en dinero B, es lo que hizo saltar el rumor tan extendido de que Trías y Garzón estaban tras una operación de acoso y derribo a Rajoy y su equipo.

El hombre que está haciendo temblar los cimientos del PP, y que está provocando una serie desconfianza internacional hacia España, se siente seguro del papel que está jugando y seguro de que la Justicia no encontrará pruebas contra él. Se le nota en el gesto, en la cara, en sus declaraciones, que está acostumbrado a ganar. Excepto cuando Cospedal consideró que no era trigo limpio y le obligó a dejar su puesto.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios