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La ciudad y los días

carlos / colón

Basta un beso

DICEN los malajes que el día de la madre lo inventaron los grandes almacenes. Se equivocan. Retrocedan 5.000 años, hasta Raquel, una de las matriarcas bíblicas, en cuya conmemoración cada 11 de Jeshván (octubre) se celebra el Día de la Madre Judía. Retrocedan 3.000 años, hasta la celebración griega de Rea, madre de Zeus y de los hombres. Retrocedan 800 años, hasta el "Ben veñas, Maio, et con alegría por en roguemos á Santa María" de Alfonso X, testimonio más antiguo de la dedicación de mayo a la Virgen, por ello el mes escogido desde 1965 para el Día de la Madre que antes se celebraba el 8 de diciembre. Y si son alérgicos a la cultura religiosa lean la Hécuba de Eurípides, La vida entera de Grossman o Tú no eres como otras madres de Schrobsdorff, por citar tres retratos de madres separados por 25 siglos.

Si son perezosos para leer o para retroceder tanto en el tiempo, háganlo solo hasta 1905, cuando Nana M. Jarvis creó el Día de la Madre que el presidente Wilson convirtió en 1915 en fiesta nacional. Esta señora, que no era tonta, pronto se dio cuenta de que adquiría un sesgo exageradamente comercial, por lo que invitó a celebrarla con gestos de cariño: "Una tarjeta impresa -escribió- significa que se es demasiado vago para escribirle de puño y letra a la mujer que ha hecho por uno más que nadie en el mundo".

Tenía razón. Una antigua plegaria judía dice "Gracias Dios mío por haberme convertido en madre. Sufro, sufro y sufro. Luego, si tengo tiempo, veré si existo. Amén". En un relato anónimo, que en España popularizó Jacinto Verdaguer en su Amor de madre, una mujer exige a su amante que le lleve el corazón de su madre; al regresar, tras asesinarla y arrancárselo, el hijo perverso tropieza, se cae y el corazón arrancado le pregunta: "¿Te has hecho daño, hijo mío?". ¿Antifeminista? No. La progresista Schrobsdorff anota, recordando la angustia de la madre por el destino de su hijo bajo los nazis: "El amor de madre siempre es un amor infeliz".

Así son. Por eso nada de trucos de grandes almacenes sino tradiciones milenarias, costumbres centenarias y una manifestación de cariño -por decirlo con las palabras de Jarvis- a la mujer que ha hecho por uno más que nadie en el mundo. No es necesario gastar, si no quieren. Basta un abrazo y un beso, aunque unas flores nunca estén de más. Den hoy ese beso a sus madres, si aún pueden. Otros se lo daremos el 18 de diciembre.

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