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La ciudad y los días

Carlos Colón

¿Basto parque temático?

Recordaba hace unos días como desde los años 60 diversos organismos internacionales vienen celebrando los positivos efectos económicos, sociales y culturales del turismo; pero también alertando sobre su "impacto negativo en la estructura e imagen urbana" de las ciudades históricas (Resoluciones de Brujas, 1975) cuando su explotación irracional y su masificación las desvirtúan. Desde hace muchos años se sabe que "el turismo es una actividad ambivalente, dado que puede aportar grandes ventajas en el ámbito socioeconómico y cultural, mientras que al mismo tiempo contribuye a la degradación medioambiental y a la pérdida de la identidad local" (Declaración de Manila, 1980). 28 años después, concluía, esto es lo que pasa en Sevilla, cuyo centro histórico se convierte día tras día en un basto y grosero parque temático.

Según la Organización Mundial del Turismo, España es el segundo destino mundial, tras Francia. Según Eurostat, organismo de estadísticas comunitarias, España es el primer destino de Europa con 272,8 millones de pernoctaciones en 2007, superando en un 2,3% las cifras de 2006. Y según datos del Instituto de Estudios Turísticos en el primer cuatrimestre de 2008 visitaron España 15,2 millones de turistas, un 3,3% más que en el mismo periodo de 2007, con Cataluña, Canarias y Andalucía como los destinos preferentes. En lo que al turismo nacional se refiere, Andalucía ocupa el primer lugar. La Alhambra es el monumento más visitado de España y Sevilla, la tercera ciudad más visitada por el turismo cultural, tras Madrid y Barcelona. Son noticias maravillosas, porque sabida es la importancia del turismo en nuestra economía. Pero que obligan a gestionar adecuadamente los recursos para que Sevilla no muera de éxito.

Lo grave no es que la ciudad se llene de turistas, lo que sólo sería un problema en los recintos que deben regular su flujo, sino que se degrade para servirlos con malos modos de ocupación abusiva de aceras por veladores, proliferación de tiendas cutres de recuerdos que expandan por aceras y fachadas sus mercancías, saturación de bares y negocios de souvenirs que desvirtúen el casco histórico y lo vacíen de su auténtica vida… En el corazón de la ciudad es visible esa "degradación medioambiental y pérdida de la identidad local" sobre la que alertaban los organismos internacionales. Dado el talante y la eficacia demostrados por nuestros gobernantes, no cabe esperar que la racionalidad económica y el respeto patrimonial pongan orden en este basto zoco de guardarropía y cutre parque temático seudo folclórico en el que están convirtiendo Sevilla.

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