Desde mi córner

Luis Carlos Peris

En el Betis, tan caliente la cabeza como el corazón

MACHACANDO en frío, el Betis hizo de martillo pero con más corazón que cabeza para desperdiciar una ocasión ideal a fin de seguir soñando. Lo tuvo todo de cara, sobre todo cuando a falta de quince minutos, el Valladolid se quedaba con un hombre menos. Lo intentaba todo, pero la enseñanza que se saca de esa lucha baldía es que no da la impresión de que el equipo haya sido convenientemente reforzado en el mercado de invierno.

Bien coordinado atrás y poco sincronizado de tres cuartos en adelante, el Betis tuvo un inicio muy bajo, con muy poco fútbol y dejándole muchos espacios al rival. Eso no duró mucho, que quizá no llegase a los diez minutos ese estado de depresión verdiblanca. Y al poco hubo una mejoría considerable, pero sin mordiente, sin que el portero vallisoletano pasase apuros si exceptuamos un misil tierra-aire de Beñat que el guardavallas se quitó de encima como buenamente pudo.

Era un Betis que echaba en falta la familiaridad que aporta Rubén Castro con el gol, en el que Pabón no aportaba absolutamente nada y en el que Beñat y Campbell eran los únicos argumentos béticos de cara a abrir el electrónico. Un Betis, por cierto, asimétrico que le confiaba a Chica, un defensa sin aptitudes atacantes, todo el carril derecho. Y así, mal que bien, se llega al intermedio mientras por Heliópolis revolotean muchas dudas, demasiadas incógnitas.

La segunda parte fue un soliloquio, pero un soliloquio con muy poca cabeza. Mucho dominio territorial, pero poca fluidez y una cantidad de ocasiones de gol no acordes con el dominio. Desaprovechó el Betis una oportunidad de oro para continuar en la zona que ha ido ocupando desde el comienzo liguero. Ahora, sólo dos puntos de doce y la impresión de que sin Rubén Castro festejar un gol se hace complicado. Afortunadamente, el colchón impide el vértigo, que no es poco.

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