JUGANDO a retazos y mostrando más solidez defensiva, el Betis salió indemne de Pamplona y con la repetida sensación de que el señor colegiado, el mismo que lo puso al borde del descenso una tarde viguesa, le habÃa vuelto a jugar en contra. El gol de Rubén Castro, golazo por cierto, debió subir al marcador porque la posición del canario nunca rozó la ilegalidad, pero como dicen los más bienintencionados, los árbitros un dÃa te dan y otro te quitan. Por lo visto habrá que esperar todavÃa a que llegue el turno de los regalos. Por lo demás, con algo más de punterÃa, el Betis tendrÃa hoy quince puntos y no los trece que luce en la tabla.
Era una prueba la de Pamplona en la que comprobar qué incidencia real tiene Beñat en el juego del equipo. Y la verificación tuvo forma poliédrica, ya que fueron varias las caras que el equipo de Mel mostró en la noche pamplonica. Si nos fiamos en el arranque del partido sacamos la conclusión de que la vida es posible sin el vizcaÃno, pero si nos vamos a un análisis posterior hay que convenir en que se echó en falta su criterio a la hora de manejar al equipo. Fueron los claroscuros de un Betis que debió ganar en Pamplona, que nunca fue agobiado por Osasuna y que desveló que la pareja Paulao-Perquis le da consistencia con la ayuda inestimable de Adrián.
Aunque no fue sometido a un trabajo excesivo, el guardameta confirmó las buenas sensaciones emitidas en el partido con la Real. Da confianza su solvencia en el juego aéreo, sabe resolver los mano a mano y tiene calidad en sus manos para que no sea una pared sino una estación donde termina la jugada. Trece puntos está más que bien, pero su fútbol continúa siendo manifiestamente mejorable, tan mejorable como el trato arbitral, que no es de recibo que el que debió ser el gol de la jornada haya ido al limbo. Se echó en falta a Beñat menos de lo esperado, la punterÃa no fue la adecuada, pero son trece puntos y es cifra.
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