Desde mi córner

Luis Carlos Peris

El Betis, a confirmar su potencial como viajero

CAER esta noche en La Rosaleda sería como abrir la caja de unos truenos que parecen piafantes por volver a la luz. La malísima imagen del domingo ante Athletic Club, esa sensación de que jugaban niños, o ancianos, frente a hombres fornidos ha dejado un muy mal rollo en la numerosísima clientela verdiblanca. Por cosas así suelen pasar cosas poco aconsejables y lo cierto es que la cita de hoy en Martiricos inquieta bastante.

Inquieta y, a un tiempo, ilusiona en la creencia de que este Betis cuenta en la actualidad con mayor crédito como viajero que de anfitrión. Se atisba, además, una ensalada de cambios respecto a la alineación que sucumbió ante los leones. Renovación que se prevé con más recién llegados de lo que ha venido utilizando Mel en lo que llevamos de ejercicio. O sea que a la inquietud ilusionante, o ilusión inquietante, hay que añadir lo de saber mejor qué es lo que se compró.

Enfrente aguarda un equipo que no da con el gol. Sólo cinco goles en diez partidos es, indiscutiblemente, una ridiculez, pero ya se sabe que el fútbol no vive de precedentes sino de un presente que a veces se hace rabioso. Curiosamente, una cifra tan pobre de goles no ha sido suficiente para meter al equipo de Javi Gracia en descenso. Es más, si esta noche canta bingo subirá varios peldaños y se intercambiará la posición en la tabla con su rival de hoy, el Real Betis Balompié.

Un Málaga-Betis siempre tiene continente y contenido, pues la fiebre de la grada hacia cuanto huele a Sevilla suele proporcionarle un plus de motivación a los blanquiazules. Eso de la inquina que baja de la grada suele dotar a estos choques de muchos ingredientes pasionales y hasta de una intensidad que para sí la quisieran ambos cuando pleitean con otros. Partido vital para el Málaga y muy importante para un equipo que debe tener prisas por reconvertir su imagen.

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