Esto ya es un no parar hasta la próxima parada, que será por el Pilar o así. Calientes los rescoldos del tropiezo sevillista ante el Real Madrid, sin saberse a ciencia cierta si Courtois necesitó de ducha antes del regreso a casa y conviniendo en que la solidez del Sevilla no puede ponerse en duda, otra jornada arranca hoy en la otra punta de la ciudad. Nuevamente a escena el Betis tras su mediocre exhibición del viernes noche en Pamplona.

Y lo hace ante un enemigo que le asesinó la vida el curso pasado tanto en Sevilla como en Valencia. Un 0-7 global fue lo que el Levante le endosó al Betis que adiestraba Setién, algo difícil de olvidar por los que tuercen por la causa verde, blanca y verde. Eso y el pobre juego del equipo en El Sadar hacen que la inquietud se haya enseñoreado del bético, pero no obviemos que esto no ha hecho más que comenzar y que hora es que el equipo se acerque a la dimensión actual del club.

Tiene este Betis que hoy dirige Rubi que tomar conciencia de cuáles son sus metas y para ello ha de aprovechar la ola que nuevamente se ha levantado en Heliópolis para hacerlas realidad. Si en el curso pasado, el divorcio existente entre Setién y los que más gritan fue un freno para el equipo, en los tres partidos que el Betis ha librado de local se ha podido comprobar que nuevamente el bético en su mayoría ha vuelto a lo que acostumbraba, a soplarle de popa al equipo, a su equipo.

Llega un Levante que no suele dar facilidades atrás y que tiene mucha velocidad delante mediante ese adalid del contragolpe que es Morales. Y por parte local se barruntan rotaciones, más que por estrategia conservadora de energías por el rendimiento que algún que otro ofreció en la noche navarra. Sea lo que Rubi disponga, el partido de esta noche no puede ni debe ser otra sangría de puntos caseros. La posibilidad de que Heliópolis sea un fortín debe concretarse ya, hoy mismo.