COMO la premisa del periodista es contar o analizar lo que pasa y nunca lo que cree o desea que pase, hoy toca darle en la cresta al equipo del Betis. La imagen en un campo tan actualmente mollar como Anoeta mueve a la reflexión junto al llanto y el crujir de dientes. Por lo pronto he de afirmar que los malos augurios nacieron ya al conocerse con qué defensa se afrontaba el pleito, más que nada en lo que se refiere a sus flancos.

Ya sé que tras caer por un solo gol puede extrañar que la crítica se centre en el sistema defensivo, pero es que en ese sistema defensivo figura un porterazo que impidió que la Real hiciese más sangre. Dos diáfanas autopistas encontraron los locales por unos flancos desprotegidos y si a eso le añadimos que la pareja de centrales no es, precisamente, Sergio Ramos-Piqué, pues apaga y vámonos. ¿Tan malo es Donk como para que no encuentre un huequecito en dicho sistema?

Claro que resulta injusto cargar todas las tintas en esa zona, ya que no dar tres pases consecutivos es culpa de sus compañeros más adelantados. Sólo Petros parecía ir de verdad, pero sus limitaciones con el balón evitan pedirle prestaciones que podrían sonar a milagrosas. Felipe dura lo que dura, el sustituto no mejoró su juego tras cargarse de personales antes de romper a sudar... y a Dani Ceballos se le ve con una falta de confianza terrorífica y a ver de quién es la culpa.

Resultó que el futbolista que más razonó su fútbol fue Joaquín, pero sus intentonas se frustraron por falta de colaboración. Y luego está lo de la pareja de delanteros, que para mí están plenamente excusados del esperpento. Alegría bastante hizo con ganarle todo por alto a sus marcadores y Rubén necesita una alimentación de juego que no tuvo en ningún momento. Anoeta ha sido una frustración que hace que la larga digestión que aguarda se haga insufrible.