CERRADO el mercado de fichajes quisiera incidir en algo que puede convertirse en preocupante así que termine la temporada. Me refiero a la considerable cantidad de futbolistas a préstamo y sin opción de compra que acumula el Betis en su vestuario. Por supuesto que comprendo que la situación económica es la que es y que bastante están haciendo sus dirigentes para ir cumpliendo con todos los compromisos a fin de salir del atasco, pero...

Es más, estoy plenamente convencido de que cuando llegue la temida catarsis, que llegará más pronto que tarde, el sevillanísimo club de las trece barras en su emblema será de los que en situación menos apurada se encuentre. Y no es sólo cosa del aparato dirigente, sino que me consta de fuentes fidedignas que se están haciendo las cosas escrupulosamente en el club y que sólo una involución por vía judicial daría al traste con tan buen panorama, pero como te digo una cosa...

Quiere decirse que todo está estupendamente y que bien debiera el beticismo dar gracias al cielo por haber dado con gente tan capacitada para ir sacando al Betis, por siempre Real Betis Balompié, del infierno al que llegó arrastrado por la mano de quien llegó. Dicho lo cual hay que convenir en que al club se le presenta por delante un verano lleno de tribulaciones por la necesidad de conformar una plantilla nueva en un altísimo, y poco asumible, porcentaje.

Con tanto futbolista prestado más el número de los que terminan contrato y sin renovación en puertas, el Betis afrontará un tiempo como de entreguerras, proceloso y necesitado de toda la suerte habida y por haber. Aparte del trauma que significa para una afición desprenderse de un futbolista de su gusto, no siempre suena la flauta cuando de una masiva renovación hablamos. Ya, ya sé que la caja está como está y que hay otras prioridades, pero tanto futbolista prestado...