Estamos en un entreguerras atípico, casi kafkiano, un tiempo en el que unos aguardan a ver si pueden optar al ascenso y una élite vive la cuenta atrás rumbo a esas competiciones continentales a celebrar en agosto... si los rebrotes pandémicos lo permiten. Un tiempo anormal aun dentro de la nueva normalidad, esa parida del mandarinato que puede ser cualquier cosa que nada tenga que ver con la normalidad de toda la vida.

Y en este periodo entreguerras llega al Betis un prestigioso director deportivo al que ni siquiera esa reconocida vitola profesional le ha vacunado contra la crítica de quienes no aprueban nada de lo que hace el Betis. Claro que ya sufrió lo mismo Pellegrini aun antes de ser presentado oficialmente, pues todo lo que alumbra el Betis lo ponen bajo sospecha los de siempre. El último dato es el de calificar al recién llegado de pelota por el hecho de alabar la gestión del club.

Y la verdad es que si Antonio Cordón ha aceptado venir al Betis será porque le ha convencido esa gestión. No creo que si la realidad interna del club fuese como dicen esos de siempre, habría fichado por el Betis. Y ahora en que el club se dispone a montar un nuevo proyecto bajo la premisa de que la rectificación del error es buena señal, lo coherente será analizar el resultado y no prejuzgar bajo la más absoluta negatividad, conque a ver qué tal se da la cosa y ya veremos.

Importante será que el tándem Cordón-Pellegrini haga honor a su indudable cartel. Por lo pronto no parece probable que entrambos vaya a pasar lo que pasó en el dúo Serra-Setién, por Dios y ojalá que no. Ambos están en sintonía, han venido de la mano y por ahí ya se lleva un buen trecho andado. Bienvenido, por tanto, Antonio Cordón al Real Betis Balompié y no se extrañe de cómo se exagera el tropiezo y se minimiza lo bien hecho, oídos sordos a todo eso y mucha suerte.