Veía el domingo la emotiva despedida que Bilbao le brindaba al Cid y la preocupación se me vino encima al comprobar cómo un reducto tan importante como la plaza bilbaína registraba tan pobrísima entrada. Qué lejos aquellos tiempos de espectadores tan numerosos como bien vestidos y ahora no visten adecuadamente ni los que pueblan el callejón. Es un dolor ver cómo una plaza de la importancia de Bilbao, con ese toro íntegro y arena acongojantemente negra, registra entradas tan pobres como las que llevamos en su arranque. Ojalá a partir de hoy, con un cartel más fuerte, registre Vista Alegre una mayor afluencia de espectadores, ya que en caso contrario habrá que convenir en que algo, o mucho, mal se estará haciendo en lo que fue el puerto más complicado del verano taurino. Ver tan poca gente despidiendo a un torero clave en dicha plaza fue desolador.