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En serie

dani Rodríguez

Bravo Gilligan, hasta hunca, Heisenberg

LO ha vuelto a hacer. Vince Gilligan ha dejado unas pinceladas de su ingenio y capacidad para mimar los detalles en el final de una obra maestra: Breaking Bad. Una idea tan peculiar en un principio que, a través de una sobredosis de 62 episodios, ha terminado por consolidarse como una serie mítica con un cierre de infarto y en el que no queda ningún cabo suelto.

La ficción está plagada de pequeños secretos que convierten este drama de la AMC en una joya. La química pule cada aspecto de la trama, presente en todo momento a través de los símbolos químicos que desvelan pequeñas pistas en los títulos de algunos episodios.

Felina, el último capítulo, que ha cosechado un récord de audiencia y de descargas, es el anagrama de "Finale". Muchos fans están convencidos de que el nombre hace referencia a tres elementos: Hierro (Fe), que se puede encontrar en la sangre; Litio (Li), utilizado para la creación de la metanfetamina; y Sodio (Na), esencia de las lágrimas. Tres palabras que podrían resumir el final de Breaking Bad en el que no han cesado las alusiones a hechos anteriores del argumento, como la escena de Jesse fabricando una caja de madera (soñaba con ser carpintero), el reloj que deja Walter sobre la cabina de teléfono para subsanar un fallo de raccord o la música. Hay buena sintonía hasta en la selección musical. El final irradia un ambiente acorde con los sentimientos y la sensibilidad que se transmiten no solo aquí, sino en el resto de la serie. Los últimos minutos se despiden con el tema Baby Blue de Badfinger, en clara alusión al cristal azul y que ha contribuido a aumentar la reproducción de la pista en Internet, o El Paso de Marty Robbins, que habla sobre Felina y resume la historia de Heisenberg vaticinando lo que sucederá más adelante.

No son los únicos ingredientes que ensalzan el atractivo de la obra y permiten saborear un producto complejo pero exquisito. Breaking Bad es una tragicomedia bizarra con un Walter White en constante metamorfosis hasta el final. En Felina somos testigos y cómplices de su particular ajuste de cuentas que conforma esa atmósfera adictiva: asegurarse de que el dinero llega hasta su familia en una escena tensa y cómica; despedirse de Skyler en uno de los momentos más aplaudidos, adornado con unos planos que dejan sin respiración y donde confiesa, para alivio de muchos, haber actuado así porque se sentía vivo y no por su familia. El ego de Heisenberg aparece una vez más para consumar su venganza mediante un plan que pone los vellos de punta.

El cierre de Breaking Bad es el desenlace perfecto para una serie memorable en la que creadores y guionistas han sido coherentes con la historia, honestos con los espectadores y han regado cada detalle para convertirla en una obra maestra.

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