DURANTE los meses de abril y mayo el paro se redujo en Sevilla en casi 3.000 personas. En medio de la crisis que se atraviesa, y en la que Andalucía se asoma peligrosamente al abismo del millón de desempleados, el dato es extraordinariamente positivo, pero no como para echar las campanas al vuelo. En una provincia con cerca de 85.000 personas inscritas como demandantes de empleo lo ocurrido en estos dos últimos meses es prometedor, pero falta por ver si el plan de obras municipales, unido a un tímido inicio de repunte de la actividad, es capaz de invertir la tendencia. En una situación tan negra como la que atravesamos, cualquier dato positivo invita a la esperanza. Son los brotes verdes que tienen que arraigar.

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