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Tribuna económica

José Ignacio Rufino

Brotes verdes fritos

DATE por fastidiado', reza el dicho en su versión light. Los responsables políticos en general, y los del área económica en particular, sólo pueden perder en el actual estado de cosas, y su tostada siempre caerá con la mantequilla para abajo. Es difícil atinar en el juicio sobre el curso de la crisis, sobre todo cuando la tribulación es máxima y nada resulta previsible. Pero, aun así, a Zapatero, a su caporegime María Teresa y a la gélida Elena Greta Salgado les toca dar la cara. Salgado dijo ayer que veía "brotes verdes" en la economía. Qué bella metáfora, aunque a estas alturas de nada vale dar crédito a los diagnósticos y pronósticos del Gobierno; primero, porque no suelen atinar, segundo, porque son incontinentes: De la Vega dijo ayer sin empacho que "lo hacemos bien", y que el Gobierno "se siente satisfecho". Justo la actitud contraria a Obama, que se siente "pleased" tras sus primeros 100 días de presidente, pero "no satisfecho". Modesto, bájate del árbol que se van a subir Zp y nuestra vicepresidenta más ejecutiva. Salgado es más prudente: ella ve brotes verdes en la economía, como los que surgían con las pisadas de los caballos de las tropas de Sir Ivanhoe, cuyas huestes cabalgaban refundando Inglaterra al ritmo euforizante del Carmina Burana. La luz al final del túnel, una bocanada de aire fresco, un fósforo en la oscuridad, el final de la travesía del desierto... o los brotes verdes. La expresión no es suya, sin embargo. Salgado utiliza una expresión común en inglés. Es más, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal USA la utilizó hace poco más de una semana. Dios la oiga, ministra, aunque las palabras las pronunció con poca convicción; la mirada esquiva y media boca.

Esperemos que nadie queme esos brotes que la ministra de Economía vislumbra y no precisa. Es de suponer que se refiere a la reapertura de las compuertas del crédito: las familias tomaron prestados 7.000 millones de euros en el mes de marzo, el nivel más alto desde julio de 2008. Tanto el crédito al consumo como el hipotecario y los préstamos a empresas parecen renacer tras el catenaccio de una banca terriblemente asustada y pasiva. El de la liquidez es un brote verde, y es a su vez la piedra de toque para cualquier otro brote verde en la economía familiar y empresarial. Sin embargo, poco más se puede decir para alegrar el alma a los españoles, más allá del voluntarismo que aqueja a tantas ruedas de prensa. Los otros brotes, de haberlos, quizá estén tan fritos como los tomates verdes de aquella película de amor entre mujeres. Por ejemplo, la desaceleración del ritmo de destrucción de puestos de trabajo es un brote verde frito: a los miles de nuevos parados diarios no les consuela la moderación del porcentaje de aumento del paro registrado. Y hasta el aumento del último índice de confianza de los consumidores es un brote, si no frito, recalentado: mucho más bajo no se podía llegar. Teníamos la moral por los suelos y el corazón de corbata, la verdad. Probablemente la confianza había tocado fondo. Hasta para nuestros allegados más positivos, nuestros optimistas de cabecera (todos tenemos uno). Confianza y liquidez, agua para los brotes.

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