La tribuna

Santiago Carbó Valverde

CCM: lecciones de una intervención

Amedida que transcurren los días después de la intervención de la caja de ahorros Caja Castilla-La Mancha (CCM) por el Banco de España, se van conociendo algunos de los elementos que llevó a nuestro banco central a tomar una decisión tan dramática y, en parte, inesperada por parte del gran público. Era inesperada porque todavía no había un conocimiento público de la finalización del proceso de integración de la citada caja en la andaluza Unicaja. La negociación sobre esa fusión, al parecer, se había roto unos días antes, al ver las diferentes partes involucradas (las dos cajas, el Banco de España y los dos gobiernos regionales afectados) las dificultades de llevarla a buen puerto. Los acontecimientos de estos últimos días -desde la intervención a las declaraciones públicas del gobernador del Banco de España de esta semana- están permitiendo conocer, aunque sea de modo somero, la muy reclamada hoja de ruta para afrontar la crisis financiera por parte del sistema financiero español, que permita garantizar su solvencia y que el crédito sano vuelva a fluir para facilitar el crecimiento de la economía.

Una primera lección es que la crisis financiera y económica no afecta por igual a la liquidez y solvencia de todas las instituciones financieras españolas ni todas están respondiendo de la misma manera. Las entidades financieras que están experimentando mayores problemas -ya sea por una mayor morosidad y/o por mayores tensiones de liquidez- son aquéllas con un mayor volumen de préstamos al sector inmobiliario -y, por tanto, con una mayor exposición al riesgo de ese sector- y las que tuvieron que acudir más a los mercados a obtener financiación hasta 2007 para financiar ese crédito. Asimismo, aquellas entidades que siguieron prestando de modo abundante a promotores inmobiliarios y a compra de suelo en 2006 y 2007 -así como a prestatarios que en esos dos años compraron la vivienda con los precios más alto del ciclo-, son las más negativamente afectadas.

Esta crisis va a demostrar, más que nunca, la conveniencia de tener equipos de gestión capaces y profesionales para tomar las decisiones pertinentes que permitan mantener la viabilidad de una entidad financiera en el medio plazo. Estoy convencido de que el supervisor bancario no va a tratar por igual a una entidad con una serie de problemas pero que demuestra una serie de capacidades para hacer frente a la situación -mediante una mejora de la eficiencia, por ejemplo-, que a otra entidad con dificultades similares pero que tiene una más limitada capacidad de gestión y reacción.

Una segunda lección nos viene de la relación entre entidades financieras y Banco de España. Los bancos y cajas españolas tendrán que demostrar que son viables y solventes en este momento, pero también que lo serán dentro de seis meses o un año (o incluso más allá), cuando sean palpables todos los efectos de la crisis económica en la morosidad, en la solvencia y en la rentabilidad de las mismas. El Banco de España, a través de los famosos ejercicios de stress está conociendo esa viabilidad futura de las instituciones. Y cada banco y caja deberá valorar ya cuál es su grado de viabilidad en los próximos tiempos y si precisa de alguna operación corporativa para reforzar su solvencia.

En este último aspecto, en estos días, ha quedado meridianamente claro que ni el mercado -como demostraban, por ejemplo, las retiradas masivas de depósitos de CCM en el último mes y medio- ni el supervisor ven con buenos ojos procesos de restructuración e integración que están sujetos a excesivas incertidumbres y a la influencia de factores políticos. En el futuro, parece entenderse que el supervisor verá solamente con buenos ojos todos aquellos procesos de fusión -llevados con discreción y diligencia- que refuerzan la solvencia de las entidades implicadas y que dan soluciones a problemas específicos del sistema financiero español.

Parece claro que el supervisor no quiere crear un sistema de incentivos por el que las entidades reclamen una inyección de capital para todas por igual -que pretendería evitar el estigma que supone la señalización de recibir ayuda pública para una entidad individual- o exijan ayudas que estimulen artificialmente los procesos de integración. El Banco de España parece apuntar a que este tipo de ayudas solamente deberían estar disponibles para apoyar entidades sistémicas españolas -que no parecen necesitarla, en palabras del propio gobernador-, o, alternativamente, para solventar episodios similares a los de CCM -esto es, entidades de dimensión pequeña o mediana- en los próximos tiempos, si la crisis siguiera arreciando. En paralelo, el Banco de España parece estar estudiando la reforma de los instrumentos de capital de las cajas -por ejemplo, las cuotas participativas-, para dotarles de un mayor atractivo y facilitar la capitalización de las mismas.

La última lección se presenta en clave andaluza. ¿Qué pasa entonces con los procesos de fusión de las cajas andaluzas? Opino que cada entidad andaluza tendrá que estudiar su situación actual -que, en general, es significativamente mejor, que la media del sector a escala nacional- y, sobre todo, cuál es su probable evolución en el futuro y, conocido todo esto, debe actuar en consecuencia y con mucha diligencia y profesionalidad. Deben ser los parámetros técnicos -apuntados, en parte, anteriormente- y no los políticos -como se pudo comprobar en CCM- los que deben primar en los posibles procesos de integración. Solamente de este modo, tendremos garantizado que el sector andaluz de cajas de ahorros podrá superar esta "tormenta perfecta" que es la crisis financiera y que saldrá reforzado .

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