Parece como si anduviéramos por arenas movedizas o estuviésemos haciendo castillos de arena en la bajamar, más que nada por las idas y venidas en este tiempo de pandemia. Pero en el caso que nos ocupa, nada de eso tiene sentido, ya que está orquestándose por personal más que cualificado. Me refiero a cómo se está proyectando la Cabalgata de Reyes Magos, el motivo principal de la existencia de esa ágora que es el Ateneo. La Cabalgata son los niños y los caramelos, decía el recordado José Jesús, lo que bien podría parafrasear ese nuevo Jacinto Ilusión que es el doctor Pérez Calero. Si ya en pleno ojo del huracán montó en globo a Melchor, Gaspar y Baltasar, a ver quién duda de que en la noche del 5 de enero, los niños de Sevilla van a vivir una noche de Reyes como las de toda la vida. Y es que la ilusión que motoriza a Alberto Máximo no hay quien la detenga.
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