EN TRÁNSITO

Eduardo Jordá

Campaña electoral

CUÁNTO vale una campaña electoral autonómica, la andaluza, por ejemplo? No lo sé, pero lo que sé es que esa campaña cuesta bastante dinero y además la pagamos todos los ciudadanos a través de los impuestos, ya que el Estado financia a los partidos políticos en función de sus resultados electorales. Lo digo porque estos días se está discutiendo si las próximas elecciones andaluzas deberían adelantarse a noviembre, para hacerlas coincidir con las generales, o dejarlas para marzo, que es cuando corresponde celebrarlas. Una de las cosas más sorprendentes de este asunto es que todos los argumentos que he oído eran estrictamente políticos, es decir, que sólo valoraban a qué partido beneficiaba más su celebración en uno o en otro momento. Y lo que no he visto en ningún sitio es un cálculo de costes económicos, es decir, una referencia a los intereses de los ciudadanos que financiamos las campañas electorales y que luego tenemos que sufrir los recortes en materia de servicios sociales, unos recortes en muchos casos provocados por la mala gestión de la clase política.

Lo digo porque hay muchos ayuntamientos que no han podido abonar la paga extraordinaria de verano, y otros muchos que están en una situación insostenible que se parece mucho a una bancarrota. Y a pesar de todo esto, los políticos -de uno u otro signo, hay que insistir en ello- sólo parecen tener en cuenta sus propios intereses electorales, lo que demuestra una vez más un grado de irresponsabilidad que algún día debería tener alguna clase de consecuencia, tal vez incluso penal. ¿Es justo que los partidos sólo piensen en sus intereses cuando se están haciendo recortes brutales en materia de Sanidad y en materia de Educación? ¿Es justo celebrar unas elecciones autonómicas cuatro meses después que las generales, al mismo tiempo que muchos trabajadores públicos no saben si van a poder cobrar sus nóminas? ¿Es normal la egolatría de la clase política que impone recortes a los ciudadanos, pero que casi nunca se los aplica a sí misma, a no ser de una forma puramente simbólica y superficial? ¿Es justo que tengamos que pagar dos campañas electorales en cuatro meses, si es factible pagar sólo una?

No sé si nuestros políticos se dan cuenta del hartazgo que su conducta está ocasionando entre los ciudadanos. Pero no parece que el 15-M, ni tampoco el descontento hacia la clase política que reflejan las encuestas, les haga reflexionar sobre su forma de abordar la política. De momento sólo siguen preocupados por sus propios cálculos e intereses coyunturales, sin importarles en lo más mínimo su coste económico. Y dentro de poco vendrán diciéndonos que estamos arruinados y tenemos que pagar 10 euros cada vez que vayamos a Urgencias. Al tiempo.

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