Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. Añeja conseja que a ver cómo puede llevarse a cabo cuando en el mes de las flores los mercurios se vienen arriba en una escalada tan sorprendente. Que hay que ver cómo el verano nos ha enviado con tantas prisas sus cartas credenciales, cómo estas noches sufrimos lo que se ha dado en llamar la barrera del insomnio. Parecía una noche de julio, con los termómetros indicando unas cifras sobrecogedoras y con sus víctimas dando vueltas en el catre sin poder conciliar el sueño. Ya, ya sé que aún habrá de refrescar y que, Dios así lo quiera, la lluvia tendrá que reaparecer para que el curso natural no se altere, pero qué bicho le habrá picado al estío para que se presente tan temprano a su cita anual con sus presas favoritas. ¿Será, quizás, para que esas mesnadas del fútbol libaran todavía más cerveza de lo que acostumbran?