Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Cáritas

LA inoperancia de los poderes políticos para fomentar la creación empleo es el contrapunto de las declaraciones gubernamentales sobre la supuesta mejora incipiente de nuestra gran losa, el paro. Para valorar nuestro nivel de desempleo/empleo existen varios indicadores: el Paro Registrado (personas "apuntadas al paro"), la Encuesta de Población Activa o EPA (que es la medida generalmente más fiable y utilizada en los países de nuestro entorno) o las nuevas altas en la Seguridad Social. Ésta última es la ahora preferida por el Gobierno: "La EPA es una encuesta", dice Rajoy, relativizando interesadamente una encuesta significativa. Àngels Valls, profesora de Esade y a la vez técnica de cabecera de Cáritas para empleo, desempleo e inserción laboral, desmonta en la radio mientras conduzco la artera elección de criterio del presidente. El nivel de empleo no mejora, y las nuevas altas en las cotizaciones sociales no son en un país precarizado y estructuralmente muy parado un indicador válido: lo es la EPA. Y ésta no mejora.

Cáritas se erige como la agencia de empleo más comprometida, pegada al suelo, e incluso la más eficaz -a falta de otras más nominales- para luchar contra este panorama de desesperanza para mayores y jóvenes sin empleo ni perspectivas de él, ni recursos. Por delante del Inem y de las agencias privadas, e incluso de las propias empresas. En un país donde la Iglesia mete la pata con denuedo con las opiniones de curas narcisos de púlpito que afirman que ahora se mata a las mujeres en el hogar por la "desaparición de Cristo de nuestras vidas"; con algún alto clero internacional que da verdadera grima -véase en esta misma semana ese arzobispo polaco que carga sobre los niños buena parte de la culpa de la pederastia perpetrada por cerdos de sotana-, Cáritas es un bastión de compromiso con el dolor social, simbolizado con el paro. Da igual que usted, a estos efectos, sea creyente, practicante, agnóstico o ateo. Hay otra Iglesia, que emite señales de cristianismo sin ambages ni postureo. Sacerdotes, voluntarios, personas sin resonancia pública. No la jerarquía eclesiástica, no el folclore atávico tan propio de nuestra tierra, tan bello como repleto de emocionalidad de hermandad e iconismo. Cáritas, sea usted creyente o no, es un buen motivo para marcar la casilla de apoyo a la Iglesia católica en su declaración de la renta (IRPF). Es sólo un consejo, y uno humilde, pero sin complejos ni fobias. Como diría George Nespresso Clooney, "Cáritas. What else?": Cáritas, ¿qué otra cosa? ¿O es que no es esa "sociedad civil" de verdad? A falta de buen laicismo, esto es lo que hay.

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