La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Carmen: los sacramentos cotidianos

Los actos de amabilidad dentro de un hogar son sacramentales, en el sentido más preciso de la palabra

Hay escritores a los que queremos porque nos entretienen con inteligencia, algunos que nos entusiasman y unos pocos que son compañeros de vida, hermanos, amigos, espejos no sólo en los que nos vemos reflejados sino -lo más importante- nos ayudan a descubrir lo más hondo e íntimo de nosotros mismos, como si nos radiografiaran emocionalmente, a la vez que nos permiten descifrar siquiera en parte esos dos enigmas llamados vida y mundo. Uno de ellos, en mi caso, es Marilynne Robinson. Se prodiga poco. En sus 75 años de vida sólo ha escrito cinco novelas. La primera -Vida hogareña- la publicó con 37 años y tardó 24 en publicar la segunda, Gilead. En 2008 publicó En casa, en 2014 Lila; y ahí se quedó. En España la ha editado Galaxia Gutenberg en magníficas traducciones de Vicente Campos, Montserrat Gurgí y Hernán Sabaté. Cuando la leí por primera vez, sabiendo lo escueto de su obra, decidí que tenía que dosificar sus novelas para permitirme el lujo de tener siempre una nueva por leer. Desde 2010, fecha de su primera edición en español, leo una nueva cada tres años y mientras tanto releo las leídas.

¿Cómo definirla? No puedo. Imagínense una película que tuviera la hondura humana, la tensión poética y el amor emocionado y emocionante hacia lo pequeño que teje la vida cotidiana, el mundo sensible y los seres humanos comunes que tienen las obras de Terence Davies, Víctor Erice y Terrence Malick.

La recuerdo hoy porque mi madre se llamaba (en macareno: se llama) Carmen. Porque conforme ella iba cumpliendo años y su tiempo agotándose crecía en mí la sensación de que el almuerzo familiar de los sábados, al que ella, excelente cocinera, le daba vueltas durante días para ponernos lo que más nos gustaba, era como un sacramento, un signo sensible que producía un efecto interior y espiritual en nuestras almas, una eucaristía -acción de gracias- doméstica. Con emoción, alegría, pena y agradecimiento disfrutaba cada bocado sabiendo cuánto los añoraría algún día. ¿Exagerado? Quizás. O no. Algún tiempo después de que nos dejara leí estas palabras de Marilynne Robinson: "La vida hogareña es una serie de pequeños gestos amables y afectuosos que, tomados en conjunto, hacen del mundo un lugar saludable, apetecible y cálido. Creo que los actos de amabilidad ofrecidos y recibidos dentro de un hogar son sacramentales, en el sentido más preciso de la palabra".

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