PASARÁ a la historia esta Feria que hoy echa el telón como la de más calor en los últimos treinta años. Mejor así que con esa lluvia que acababa con los farolillos, que embarraba el Real y que te ponía a diario en la disyuntiva de no saber con qué vestirte. Y es que si se tiraba de sentido común, léase zapatones contra el agua y ropas poco acordes con la filosofía de siempre, iba uno que más parecía que se encaminaba a San Mamés que a la Feria de Sevilla. Este año no ha sido el caso y si se echaba de menos el buen tiempo tampoco puede decirse que el que ha hecho haya sido bueno. Momentos hubo en que ir de Antonio Bienvenida a Costillares demandaba salacot y un buen camello que te transportase. A las distancias enormes se le añade la calor que hace y en vez de Feria de Abril en Sevilla daba la impresión de que estábamos en las fiestas primaverales del Sahara