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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Visto y oído

Antonio / Sempere

Casarse sola

TERAPEUTA tenía que ser. La taiwanesa Cheng Ching ha celebrado una ceremonia en la que se casó consigo misma. La vimos en televisión, vestida de novia, acompañada por su madre, una señora encantadora que, a juzgar por su sonrisa, se encontraba pletórica de que la niña de sus ojos hubiese encontrado a su media naranja en sangre de su sangre.

Teniendo en cuenta que la gente cada vez se aguanta menos, tiene su mérito casarse con uno mismo, con la intención de que el enlace sea de por vida. Debería ser una obligación, y sin embargo fallamos. A lo largo de nuestra existencia vivimos un montón de días en los que nos divorciamos de una parte de nosotros. No estamos para nadie. No nos encontramos.

Con su boda Cheng Ching quiso testimoniar y hacer público que ella se quiere, se acepta como es y después de haber vivido lo suficiente, después de haber visto y oído de todo en su consulta, ha decidido, a sus 45 años, oficializar la situación. Confirmando que nadie como ella va a conocer sus gustos, a arroparla en los momentos difíciles ni a serle tan fiel. Aunque no haya osado celebrar ceremonia oficial me da a mí que hay muchos y muchas que se han casado sólo con ellos. Hasta los restos.

La noticia daría para mucho más que para una pieza dentro de la sección de curiosidades de un informativo. Cómo me gustaría que, en lugar de practicar tanta política ficción, los platós televisivos y las peceras de las emisoras se llenasen de contertulios que hincasen el diente a este tema que no es tan liviano como pudiera observarse a simple vista catódica. Y que de Boris Izaguirre a Eduard Punset, de Eduardo Mendoza a Alicia Giménez Barlett, reflexionasen sobre esto.

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