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En el Casino de la Exposición

Vicente Traver adoptó la policromía sevillana de paredes blancas y molduras color albero

La semana pasada recibieron los arquitectos Antonio Cruz y Antonio Ortiz un merecido homenaje con la concesión del Premio Manuel Clavero que otorgan el Diario de Sevilla y la Fundación Persán. Se han escrito en este periódico varios artículos sobre el asunto y solamente quiero comentar un par de temas. El primero tiene que ver con los premiados que, a pesar de tener trabajo en media Europa, mantienen su estudio en la calle Santas Patronas, donde no es difícil encontrarlos, los dos sentados en una mesa con papel y lápiz por delante. La otra noche, bajo la cúpula del Casino de la Exposición, pensaba el esfuerzo de organización, tiempo y dinero que supone mantener el despacho en el barrio del Arenal y desarrollar toda su labor en varias ciudades europeas, así como impartir cursos en universidades de medio mundo. Alguien puede pensar que no es un sacrificio sino un privilegio. Puede ser.

También quisiera comentar sobre esa noche que, además de los recuerdos obligados a las ausencias de José Moya y de Manuel Clavero, no fuera también protagonista el edificio que nos acogía: el Casino de la Exposición. Pido perdón si alguno de los oradores lo mencionó, porque la megafonía no fue lo mejor de la velada. Y ya que la noche estaba en elogios merecidos a arquitectos, tampoco se mencionó al arquitecto autor del edificio, Vicente Traver (1888-1966), uno de los profesionales de referencia en Sevilla en el primer tercio del siglo pasado. Sus edificios forman parte del paisaje de la ciudad que admiramos y aunque no es imprescindible conocer al autor de todos los edificios de una ciudad, ignorar al artífice de lo que glosamos como nuestro mundo de referencia puede ser negligencia cómplice con los que lo destruyen. Enumero brevemente sus obras más relevantes y conocidas: casa para Miguel García de Longoria en Plaza Nueva, esquina calle Badajoz, el edificio de la Previsión Española, en la calle Orfila, sede actual del Ateneo de Sevilla, los antiguos almacenes del Banco Español de Crédito, hoy un hotel, en la avenida Manuel Siurot, la querida fuente de la Plaza de España, la Iglesia del Corpus Christi en avenida de la Palmera, además de sustituir a Aníbal González al frente de la Exposición Iberoamericana y por tanto concluirla.

Lo que nos hace volver al Casino de la Exposición, que formaba parte junto con el teatro Lope de Vega del Pabellón de Sevilla de la Exposición Iberoamericana de 1929. Ya que así se concibió. El arquitecto Vicente Traver, adoptó la policromía sevillana de paredes blancas y molduras en color albero, cerámica y cerrajería sevillana, con influencias en la fachada de la rotonda central del palacio de Sanssouci en Potsdam. Traver planteó la edificación de un casino-teatro, como los que existían en Baden-Baden, Montecarlo, Niza, Vichy y Evian. Un edificio que forma parte de nosotros porque alguna vez en la vida hemos ido al Casino, al teatro o simplemente es el telón de fondo de uno de los más logrados entornos de Sevilla.

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