La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Caza de brujas contra Allen

Allen está siendo sepultado en vida por la censura. Y sin juicio. Eso que se llama ley de Lynch o linchamiento

Existe la censura en los países democráticos? Desgraciadamente sí. Y no me refiero a las actuaciones de la justicia contra quienes son denunciados por vejar a las víctimas del terrorismo o insultar a la religión, sino a la ejercida contra Woody Allen. No nos quedan, porque la biología es la biología y acaba de cumplir 83 años, muchos Allen nuevos que disfrutar. Y la censura ultra feminista se está encargando de que nos quedemos sin nuevas películas suyas antes de que le alcance la siniestra figura de la guadaña que el desahogado periodista difunto intentaba sobornar en el inicio de Scoop. Se va 2018 sin que se estrene su última obra, A Rainy Day in New York, cuyo rodaje terminó en octubre de 2017 pero está retenida por la productora; y sin que encuentre producción para la siguiente, rompiéndose su ritmo de una película por año. Y no hay Perpiñán -aquel verde que empezaba en los Pirineos- que permitía burlar esta censura global.

"Es una terrible vergüenza", ha denunciado Jude Law. Es algo aún más grave: el retorno de la caza de brujas que ensombreció Hollywood en los años 50 a causa del fanatismo anticomunista del senador McCarthy. El fanatismo ahora es el #MeToo feminista que tiene sus McCarthy en un puñado de actrices y actores de Hollywood y sus cómplices -como sucedió en los años 50- en el silencio cobarde de los demás. Solo unos pocos, entre ellos el ya citado Jude Law, Alec Baldwin, Diane Keaton o Javier Bardem, lo han roto. El actor español ha dicho: "Volvería a trabajar con él. No soy nadie para decir si Woody Allen es culpable o no. Hubo un juicio y el juez dictaminó que era inocente. Me atengo a esa sentencia". Es lo razonable. Añado que incluso si hubiera sido declarado culpable es siempre sano juzgar a los autores por sus obras y no por sus vidas. A Allen le ha tocado sufrir la suerte de Chaplin, linchado en 1944 por el escándalo de una supuesta paternidad y a partir de 1947 por la caza de brujas hasta pedirse su deportación por comunista y porque "su vida en Hollywood contribuye a destruir la fibra moral de América".

Es famoso que cuando volvían del entierro de Ernst Lubitsch, Billy Wilder le dijo a William Wyler: "Se acabó Lubitsch". Y que este le replicó: "Peor aún: se acabaron las películas de Lubitsch". Puede que estemos volviendo del entierro de Allen. Sepultado en vida por la censura. Y sin juicio. Eso a lo que se llama ley de Lynch o linchamiento.

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