Las dos orillas

josé Joaquín / león /

Centros comerciales

MUCHOS sevillanos se está rasgando las vestiduras por el intento de levantar una mezquita en Sevilla Este. Se llegó a publicar que sería financiada por un nuevo centro comercial, a construir Alá sabe dónde. La Comunidad Islámica de la Mezquita Ishbilia lo ha desmentido y ha precisado que lo que quieren construir junto a la mezquita es un centro cultural, abierto a todos. Supongo que sería como lo del Mercado de la Puerta de la Carne, que decía Espadas, pero con una mezquita al lado. Por si las moscas, los comerciantes de Aprocom dejaron claro que se oponían. No a la mezquita, sino al centro comercial. El presidente, Tomás González, ha recordado que en Sevilla hay varios proyectos de nuevos centros. Y aunque es probable que no se terminen ni la mitad de los previstos, según suele ocurrir, Sevilla ya es una ciudad saturada de centros comerciales.

El comerciante sevillano de toda la vida, en vías de extinción, sobrevive aislado en sus reservas naturales de las calles Francos, Chapineros, Lineros, Puente y Pellón y por ahí, o en calles secundarias (de las que no se consideran comerciales) en el casco antiguo y los barrios, rodeados de bares, establecimientos de franquicias y mayoristas chinos disfrazados de emigrantes laboriosos. Como existe libertad comercial, con las condiciones legales vigentes, eso es lo que hay. Pero el gran centro comercial, por definición, es diferente.

El gran centro comercial ha sido el territorio de los pelotazos. Aquellos años maravillosos de la burbuja inmobiliaria. Algunas fortunas que terminaron en concursos de acreedores (los concursos más chungos), de azarosa salida. Aquellos pelotazos han originado estas emergencias. De aquellas pompas que se pincharon han venido estas coletas para salvar a la patria recortada. Deudas, que no eran de gratitud. En el gran centro comercial hay muchas tiendas del rico Amancio Ortega (Zara y sus derivados), además de Mango con sus variantes, y algunas más.

Pero no hay ninguna tienda en un gran centro comercial que no estuviera ya en la calle Tetuán y sus alrededores. Son más de los mismos. Casi todos iguales. ¿Por qué esa falta de originalidad? Y con todos los que hay, siguen dando por saco con el Primark, como si fuera imposible, cuando eso lo tienen hasta en Jerez y en Huelva.

A pesar de todos los pesares, no hay que mitificar los centros comerciales: algunos de los existentes ya están tiesos.

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