TENEMOS noticias sucias en este país como para meter en la lavadora la Marca España enterita. Y entre el gobierno que tuvimos, espectro que nos sigue soplando en el cogote, y el que tenemos (y para colmo, los de las taifas), suman despropósitos para seguir empañando los escaparates que hagan falta.

Ahora le toca a la televisión privada, que estaba muy tranquila recogiendo las cosechas de sus amplias parcelas en la TDT, con TVE apartada en el psiquiátrico y las autonómicas en los naufragios de sus terruños. Un simple error de redacción de un documento va a obligar al cierre de nueve canales (cinco cadenas que se ven realmente, en la práctica), en un apagón sin precedentes en el mundo civilizado. Las dos grandes privadas, con sus parrillas buenas o malas, con sus jorgejavieres o con sus anapastores, han venido cumpliendo requisitos y responsabilidades. Xplora o La Sexta 3 no van a desaparecer por una "ilegalidad" que estuviera dañando directamente a un tercero, sino que van a ser clausuradas por una errata burocrática (para resumirles, no se borró la palabra "concurso" en el texto de una adjudicación directa). La oferta gratuita de TV encoge de un día para otro y el Ministerio de Industria, excusándose en que es un marrón que se ha encontrado en el camino, no se le ha apreciado voluntad por solucionar de la forma menos traumática una irregularidad que viene a castigar al que estaba haciendo lo correcto: explotar su concesión. El cerrojazo de la TDT va a acarrear a medio plazo nuevas sentencias y, presumiblemente, indemnizaciones que pagaremos entre todos.

El PP ha visto la posibilidad en esta trampilla de construir un panorama mediático televisivo más simpatizante, siguiendo los pasos de Zapatero. Con menos competencia así para su controlada y endeudada TVE y con futuras concesiones para 13 TV y los que quieran ser buenos. De paso arrugan a La Sexta o a Cuatro, tan respondonas. Sí, las que fueron rescatadas por las veteranas A-3 y T-5, las que ahora pagan el pato.