PASA LA VIDA

Certezas en la semana del gazpacho

LOS ingredientes de una semana informativa son vidas y muertes por separado que se amalgaman con la batidora del interés. Gazpacho de certezas como alimento básico que requiere de un aliño, pero sin pasarse, para que la dieta sea nutritiva y espante los humores del amarillismo. Juzgue usted si le he cogido el punto. Y la coma.

La bacteria que dispara el miedo en Alemania ha causado ya casi una veintena de muertos. Asusta su extensión a otros países, preocupa su resistencia al tratamiento con antibióticos. El negocio preventivo se avecina, laboratorios farmacéuticos al poder. El gazpacho es vacuna necesaria pero no suficiente.

Las muertes causadas por la bacteria E.coli han sido utilizadas para resucitar muchos tópicos de ida y vuelta. La Europa del Norte que se exculpa porque tiene a mano su prejuicio de superioridad técnica respecto a la Europa del Sur, que a su vez reacciona avivando el agravio desde el patriotismo. Unos y otros son rehenes de los especuladores que compran y venden las cosechas.

El consumo de frutas, verduras y hortalizas en Sevilla es muy bajo. Andaluces, pedid tierra y libertad para venderle las cosechas a los bárbaros del Norte. La obesidad andaluza se alimenta de snacks con sabores potenciados, igual que las tabaqueras provocan la adicción con la química del cigarrillo. Muchos jóvenes no habían visto jamás tantos pepinos a la hora de comer. Pero ni los tocan ni los catan. Son sólo menú de telediario durante el almuerzo familiar. El gazpacho no es, como debiera, la bebida andaluza por antonomasia. Demasiados padres consienten que sus hijos beban refrescos durante las comidas. Ahora no van a cambiar sus hábitos, ni para salvar al sector hortofrutícola, ni para salvarse a sí mismos de las enfermedades nuevas de una sociedad saturada de grasas, azúcares y horas en el sofá.

Los prejubilados que no cobran el ERE ya acampan frente a la presidencia de la Junta en San Telmo. Indignados con razón. Que dé la cara en la acampada el diputado socialista Ramón Díaz, investigado por la Fiscalía Anticorrupción a raíz de los intrusos que han aparecido en el ERE de Saldauto que él gestionó. Que acampe con ellos y aguante el chaparrón.

La muerte en la carretera de Carlos Parra, vecino de Castilblanco, ha sido ninguneada en favor de utilizar las depresiones y los demonios familiares de Ortega Cano como materia de culebrón cotilla con banda sonora de Rocío Jurado.

El Cuco en casa y el cuerpo de Marta del Castillo en el limbo. El joven absuelto aún tardará en salir a la calle a cara descubierta sin miedo a que le reconozcan, le increpen y le exijan que diga dónde está el cadáver. Sólo ha tenido agallas para un ominoso pacto de silencio con sus amigos de correrías. La verdad acabará abriéndose paso en la cadena perpetua con la que la banda ha condenado sin juicio a la familia de Marta, libre de conciencia y presa de su calvario. Víctimas en grado sumo de las certezas sin consecuencias penales.

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