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Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Chabolismo 'cool'

En la costa lo hemos hecho mal, muy mal, hasta se saluda a un buen viento de levante que limpie toda esta hojarasca

El verano lleva la fiebre dentro, y a la costa le quedan unas cuentas décimas para llegar al colapso. Cuando la economía mejora, el litoral se recalienta, y ríase de los índices de confianza del consumidor que patrocinan renombardos institutos al lado de las evidencias costeras: a más empleo, menos neveras. Nuestro desprecio por el litoral encaja dentro de la ignorancia hacia los condicionantes naturales; hacia el clima por ejemplo, ejemplificada en la ausencia de árboles en las ciudades, la malnutrición de los pocos que hay y la proliferación de edificios de cristal en capitales de por sí bastante luminosas, cuando no cegadoras. Esta ignorancia acarrea, además, un problema estético. Todo se vuelve feo, muy feo.

Con el verano sube la fiebre. Los pocos solares que quedan alrededor de las mejores playas andaluzas, donde aún no se han construido las barreras de adosados, se convierten en estas semanas en improvisados aparcamientos que tratan de calmar la impaciencia por llegar con el coche hasta la misma arena. Con permiso municipal, por supuesto. En uno de estos, el aparca, vestido con uniforme de temporada nos recibe con sombrero de paja y porro entre los dedos, bienvenido a la costa más cool, aparque donde sea, jajá, jijí, un euro, dos euros, tres euros por todo el día. El exprimido comienza.

La ley de costas quiso salvar un colchón de terreno entre la pura orilla del mar y el interior, una franja donde la edificación está prohibida pero se permite la construcción estacional y de servicios. Una gran idea de Borrell convertida estos días en el mamarracho constructivo, territorio de chiringuitos improvisados, chillouts con manteca, aromas de fritanga, ruedo para banderillear a los madrileños, barras para los adoradores del Sol, monumentos al feísmo, adornados con banderolas de formas imposibles, colores jamaicanos y chicas y chicos de cuerpos diez, un chabolismo cool que sólo salvará el otoño.

La falta de ordenación litoral de muchos municipios es casi tan preocupante como algunas ordenaciones de ladrillos y cemento, es una suerte de despreocupación municipal donde se abre una barra libre para exprimir las rentas del verano, una patente de corso para gritar en la madrugada, mear en la calle y acumular basuras como deporte. En la costa, lo siento, lo hemos hecho muy mal. O casi no hemos hecho nada bien, sin una visión que no vaya más allá de septiembre, sin sentido económico ni ecológico. Y es que hay días en que se saluda a un levante que barra toda esta hojarasca.

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