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Carlos Colón

Chano Amador

Su voz forma parte de la mejor historia de la Semana Santa porque fue uno de los fundadores y puntales del programa 'Saeta'

Chano Amador me telefoneó para pedirme que Carlos Valera y yo, con quienes tan generosamente había colaborado tantas veces, pusiéramos imágenes a las palabras de un Proemio Poético que pronunció en su muy querida Hermandad del Museo. Abruptamente, pero sin perder el tono afable y cortés que era el sello de su personalidad de gentleman sevillano, me dijo que se lo quería dejar como recuerdo a sus hijos porque le quedaba poco tiempo. Hablaba desde un hospital. 

Iba por la calle Aire y tuve la sensación de que sus muros se estrechaban aún más. Me puse de acuerdo con Carlos para cumplir su deseo, en la seguridad de que Chano lo vería. No será así. Por lo menos aquí. Pero lo verán los suyos, como era su deseo. Ahora Chano nos apremia utilizando a su Virgen de las Aguas como infalible intermediaria. La Comunión de los Santos, el hermoso dogma que afirma la unión espiritual entre los vivos y los muertos, tiene en Sevilla a las sagradas imágenes como escalera de Jacob que une el tiempo y la eternidad. Aquí es fácil sentir la realidad de este misterio: los sevillanos hablan sin palabras con sus seres queridos contemplando la imagen de la que fueron devotos. Y los saben vivos, escuchantes, próximos. 

Chano será recordado por su vocación de locutor. La Semana Santa ofrece la posibilidad de desplegar talentos insospechados. Hay quien, como el militar y químico Vicente Rodríguez Caso, esculpe la mejor dolorosa del siglo XX. Y quien, como el médico Chano Amador, interpreta los textos mejor que un profesional. Tenía el don de una voz extraordinaria, dotada de una peculiar vibración que comunicaba una honda emoción. Y la inteligencia de usarla con sabiduría profesional.

Su voz forma parte de la mejor historia de la Semana Santa porque fue uno de los fundadores y puntales del programa “Saeta” junto a Carlos Schlatter, José Manuel del Castillo y Manolo Toro, único superviviente del magnífico cuarteto. También fue la voz de las películas que Carlos y yo hicimos para el Silencio, el Calvario y la Amargura. Y prestigió, interpretando sus textos, varias colecciones de DVD editadas por Diario de Sevilla. ¡Cómo vivían Romero Murube, Sierra, Laffón, Núñez Herrera o Aquilino Duque en su voz! Era capaz de hacer que un texto de Kierkegaard pareciera escrito para Jesús Nazareno, como si el danés fuera un primitivo nazareno de toda la vida. Vive tu nueva vida en paz, querido, admirado y generoso amigo. 

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