HACE casi un mes que se fue. La última vez que vimos a Chavela Vargas en nuestra televisión fue dentro del programa Entrevista a la carta, con motivo de la visita del dúo formado por Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. La entrega se emitió pasada la medianoche, servidumbres de las audiencias. A la hora acostumbrada del espacio de Julia Otero, a las diez de la noche, la 1 conectó con el canal Teledeporte para emitir un encuentro del preolímpico de baloncesto. El dato es reseñable porque la entrevista fue para enmarcar (para este cronista, la mejor de las ocho que ofreció el programa) y porque tuvo como broche de oro, en el último de los minutos, la intervención de Chavela Vargas, que a modo de regalo sorpresa preparado como golpe de efecto por la presentadora, saludó a los invitados desde México.

En la grabación veíamos a la artista sentada hablando muy pausadamente. "Díganme qué piensan. Qué están soñando. A lo lejos alguien canta. A lo lejos". Puede que en boca de otro o de otra estas frases pudiesen no tener importancia. Pero desde luego que pronunciadas por Chavela, con la entonación adecuada, con la cadencia adecuada, fueron capaces de causar emoción de la buena. No fingía, desde luego, Joaquín Sabina cuando decía tener los pelos como escarpias. "Si tenéis regalos así vuelvo todas las noches". A lo que añadió que tenía dos aficiones en común con Chavela. "Los dos somos muy bebedores y muy mujeriegos". La guinda propiciada por Chavela Vargas al pastel de Entrevista a la carta de Serrat-Sabina, qué duda cabe, fue uno de los momentos más intensos de los que nos ha regalado la televisión reciente. Lo que son las cosas. Emitido a la una de la madrugada, porque sí. Por criterios más que discutibles. Vergüencita.

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