En tránsito

Eduardo Jordá

Chaves Nogales estaba allí

CADA vez que oigo decir que España es un gran país, me pregunto cómo es posible que lo haya sido -o que lo siga siendo- si casi nadie sabe aún quién es el sevillano Manuel Chaves Nogales. El mejor libro español sobre nuestra guerra civil es sin duda A sangre y fuego, escrito por Chaves Nogales en 1937, pero el libro se tuvo que publicar en Chile y no fue reeditado en España hasta 1994, y aun así en una edición de la Diputación de Sevilla que no llegó al gran público. Hagan la prueba y pregúntenle a un especialista en la Memoria Histórica -disciplina que en España tiene más expertos que aficionados a las carreras de motos- si ha oído hablar de A sangre y fuego.

Chaves Nogales (1897-1944) se las arregló para estar siempre en el sitio adecuado y en el momento adecuado. Estuvo en la Rusia soviética cuando Stalin acababa de llegar al poder; estuvo entrevistando a Joseph Goebbels en la Alemania nazi; estuvo en el cortijo donde el torero Juan Belmonte le contó su vida; estuvo en el Madrid sitiado por las tropas franquistas; estuvo en París cuando se acercaban las columnas de Hitler, y al final de su vida estuvo en Londres, trabajando para la BBC. Fue en Londres donde murió, en 1944, de una peritonitis mal curada por exceso de trabajo. Si repasamos bien la historia del reporterismo español del siglo XX, Chaves Nogales debería ser uno de los nombres imprescindibles, pero estuvo olvidado durante el franquismo y durante los primeros veinte años de la democracia. ¿Cómo es posible? Por una razón muy sencilla: porque Chaves Nogales se definía como un liberal que odiaba por igual el fascismo y el comunismo. Y como es natural en un país tan dogmático como el nuestro, su nombre cayó en el más interesado de los olvidos.

Ahora Libros del Asteroide acaba de reeditar otro de los grandes libros de Chaves Nogales. Se llama La agonía de Francia y es un libro que produce una extraña sensación. El lector sabe que está leyendo unos hechos que ocurrieron hace mucho, pero al mismo tiempo tiene la sensación de que está leyendo algo que está ocurriendo ahora. La agonía de Francia cuenta cómo fue posible que un país civilizado y orgulloso se dejara derrotar casi sin disparar un tiro por los nazis en 1940. Chaves Nogales describe el entreguismo cobarde de una población que prefirió caer en manos de un Estado totalitario antes de permitir que las molestias de la guerra alteraran la agradable rutina del vermut. Pero si nos fijamos bien, la cínica parálisis de la población francesa de 1940 no se diferencia mucho de la parálisis de la Europa actual, en la que todo el mundo prefiere dejarse llevar por el autoengaño. Muchos de los personajes de La agonía de Francia podrían salir ahora mismo en la televisión.

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