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QUE Manuel Chaves se ponga a disposición de la cúpula del PSOE andaluz ante las elecciones de 2012 sólo puede significar una cosa: que queda en suspenso el proceso de su sucesión y que lo abrirá cuando y como él mismo decida. Punto en boca.

De modo que el candidato socialista en el bicentenario de La Pepa será Chaves si Chaves no opina lo contrario. Para entonces se habrá ofrecido, con éxito, a los andaluces hasta siete veces, y si cubre un nuevo mandato habrá permanecido al frente de la Junta durante veintiséis años, un periodo insólito en el mundo occidental. Acabará ahí con 71 años, que es una edad a la que él no permite que sigan en activo los médicos y enseñantes bajo su dependencia. La mayoría de los andaluces no conocen otro gobernante.

No hay argumento serio -aparte de ganar las elecciones, que no es moco de pavo- para tanta longevidad en el poder. Por eso pienso que ha de ser en esta legislatura en la que Manuel Chaves empiece a tejer al fin los mimbres de su sucesión ordenada. Hasta ahora no lo ha hecho nunca, al menos con la firmeza precisa. Los "delfines" que han ido surgiendo, a veces invitados por él, se han aburrido, han visto crecer el número y la potencia de sus enemigos internos o esperan la ocasión completamente agazapados. Como todos los problemas irresueltos, la sucesión de Chaves se enquista y el tiempo, más que facilitarla, la dificulta: el PP se acerca peligrosamente y el PSOE no consigue hincarle el diente, desde hace una década, al electorado más dinámico y emprendedor, el de las clases medias urbanas.

El tiempo -incluso el biológico- apremia, pues, y solamente un irresponsable dejaría pasar esta legislatura sin preparar el recambio. No es el caso de Chaves. Seguro que en los próximos meses dejará ver los signos más o menos explícitos de su voluntad. Presidencia del Parlamento, dirección del grupo parlamentario socialista, composición del nuevo gobierno, vicepresidencias, nueva ejecutiva del partido... ahí deben estar todas las pistas sobre el futuro. Todavía le quedarán al actual presidente dos años -el cuarto ya ha de estar todo el pescado vendido- para ver desenvolverse a los designados, encajar sus relaciones, amortizar a los que defrauden y terminar de componer un puzzle doble, el de la Junta y el del PSOE-A (el más problemático, sin duda), cuyas piezas han de tener ya los dos pies, y la cabeza, en el siglo XXI. Por vez primera en la historia autonómica.

El temor a la división y el apego a una rutina gratificada por las urnas tienen que dejar paso a una firmeza que, en realidad, le es prestada a Chaves por su autoridad indiscutida. Mejor equivocarse por acción que hundirse por omisión. Creo yo.

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