Afalta de galas del 28-F, aquellas en que todas las chenoas se reunían al amparo de Los Morancos y Juan y Medio y que por falta de presupuesto dejaron de hacerse para consuelo de Blas Infante allá donde esté, las carambolas del calendario permitieron que el día de fiesta se rematara con la final del Falla, que el crítico Borja Terán eleva a "la Superbowl de Andalucía". El término es aproximado: los andaluces se sientan en el sofá a ver chirigotas y comparsas. Les da igual los cajonazos, las deshoras y las previsibles narraciones del día de la marmota. El Carnaval de Cádiz parece vertebrarnos, como dicen los cursis, aunque más bien sólo nos reúne durante un buen rato. Cada año con más desazón e indiferencia. Hace ya tiempo que faltan repertorios de garra y el ingenio de las letras se suele suplir con puestas en escena excesivas, con coreografías o con musiqueo abusivos. Algunos de los autores más premiados están dedicados a menesteres más intensos y otros han dado un portazo. El pelotazo de este año ha sido la parodia de un gobierno que ya de por sí es una caricatura. A ver si alguien tiene redaños de parodiar a la presidenta o a Valderas. Ambos son muy cachondeables. Y Griñán se escapó vivo. O muerto.

El relevo generacional en los repertorios del Carnaval de Cádiz no está siendo tan afortunado como el que se produjo a principios de los 70 y a principios de los 90. Efectos colaterales de la globalización. También que la capacidad de sorpresa está más complicada cuando cualquier cuñado te colapsa de chistes el whatsapp.

Canal Sur vino insistiendo hasta la ardentía que cumplían 25 años y 25 carnavales (desde el de 1990). Han contribuido en todos estos años a popularizar y a convertir en algo muy nuestro, muy de todos, el Carnaval gaditano. Una labor que, sin pensamientos de vertebrar, comenzó TVE en Andalucía, en el golpista febrero del 81. Hasta el actual director general de Canal Sur, Joaquín Durán, pasó por aquellas noches. Cuando un tercer canal sonaba a utopía. Y a panacea. Qué risa.