La ciudad y los días

Carlos Colón

Churchill nunca existió

SEGÚN una encuesta realizada entre 3.000 británicos menores de 20 años, el 58% cree que Sherlock Holmes existió y el 23% que Winston Churchill es un personaje de ficción. Y la cosa no queda ahí. También hay quienes creen que Eleanor Rigby existió y que Gandhi y Dickens son invenciones de novelas y películas. Salve usted Inglaterra de los nazis para que 70 años después uno de cada cuatro jóvenes crea que no ha existido, se diría el bueno de Sir Winston si se pudiera enterar de que para sus bisnietos la protagonista de una canción de los Beatles tiene más realidad histórica que él.

"El problema -ha dicho un responsable de la BBC- es que en la vorágine de informática en la que vivimos hay una pequeña joya que, en algunos casos, vive arrinconada y con una capa de polvo encima. Se llama libro". Tiene más razón que un santo pero, ¿quién le pone el cascabel lector al asilvestrado gato juvenil? Lamentarse por el fracaso educativo y el bajo nivel cultural de los jóvenes es pura hipocresía cuando está claro que dicho fracaso y bajo nivel, más que un accidente que pueda corregirse, es algo querido y provocado por poderosas fuerzas económicas e ideológicas actuantes en esta era nuestra del hiperconsumo.

Quien así ha bautizado el momento que vivimos, el sociólogo Gilles Lipovetsky, ha realizado este estremecedor diagnóstico: "No hay ninguna razón para que desaparezcan las personas con ambición de ponerse por encima de los prejuicios y de embarcarse en las difíciles rutas de la posesión del mundo por el concepto. Pero ya no hay motivos para creer que esta actitud pueda democratizarse y llegar a la mayoría". De acertar, y todo parece indicar que lo hace, este diagnóstico supondría la quiebra de 25 siglos -desde la "Paideia" griega- de lucha por la educación integral de la persona; y de dos siglos -desde la Ilustración- de lucha por su democratización.

En La idea de Europa George Steiner escribió: "Si los jóvenes ingleses deciden poner a David Beckham por encima de Shakespeare o Darwin en su lista de tesoros nacionales (ý) el fallo, sencillamente, es nuestro. Como podría ser nuestra la reorientación de la enseñanza secundaria y de los medios de comunicación que enmendara ese fallo". Como a veces la realidad supera las peores pesadillas, los jóvenes ingleses de la encuesta han ido más allá en su ignorancia al confundir realidad y ficción. Y no parece que haya una voluntad real (otra cosa son las huecas declaraciones de intenciones que efectúan unos políticos cada vez más impotentes frente a los intereses de los mercados) de reorientar ni la educación ni los medios.

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