Aprimeros de julio Albert Rivera estuvo en Sevilla para participar en una sesión del Foro Joly, organizado por este periódico y que está consolidado como la tribuna de referencia en Andalucía para los principales dirigentes políticos, sociales y económicos del país. Entonces Ciudadanos tenía ya muy avanzado el proyecto de que Manuel Valls, ex primer ministro socialista francés de origen barcelonés, fuera el candidato de su formación a la Alcaldía de Barcelona. Finalmente así ha sido, aunque encabezará una plataforma más amplia que incluirá también al partido naranja. Le pregunté entonces a Rivera si no le alarmaba la falta en Sevilla de un referente político potente para abordar las elecciones municipales que ya estaban en el horizonte. El líder de Ciudadanos vino a reconocer que la carencia de un banquillo de nivel era uno de los problemas que su partido tenía en Sevilla y, por extensión, en toda Andalucía.

Este fin de semana Rivera ha vuelto para dar el pistoletazo de salida a una campaña, la de las elecciones autonómicas que se convocarán en breve, en la que se juega muchas cosas, entre ellas la pugna con el PP de Pablo Casado por el liderazgo del centro derecha y, por tanto, la posibilidad de disputar la Presidencia del Gobierno de España. Los comicios andaluces le darán un buen resultado: el partido sólo puede crecer y hacerlo de forma sustancial, e incluso, en el mejor de sus sueños, podría dar el sorpasso al PP y hasta lograr una suma que le permita gobernar con el apoyo de Juanma Moreno. Es difícil que a Rivera se le cumpla en Andalucía el cuento de la lechera, pero alguna posibilidad hay y además Juan Marín, estando muy lejos de ser un líder carismático, ha hecho un buen trabajo en el Parlamento, con realizaciones concretas como la rebaja del Impuesto de Sucesiones.

Donde lo tiene realmente difícil Albert Rivera es en el Ayuntamiento de Sevilla. Más le hubiera valido haber empleado tiempo y esfuerzo en buscar una figura con gancho como candidato a la Alcaldía porque su todavía portavoz municipal, Javier Millán, le ha puesto las cosas muy difíciles. Con una fuerte contestación interna y escaso balance municipal, más allá de haber servido de sostén del alcalde Juan Espadas, posiblemente lo más notorio por ahora de su paso por la política sea la grabación difundida esta semana por este periódico en la que ponía a caldo a los principales dirigentes de su formación.

Ciudadanos tiene muy buena marca, tanto en Andalucía como en Sevilla. Si de verdad quiere ser una fuerza que cuente para el futuro en la capital debería tomarse en serio quién y cómo la dirige. La presencia de Albert Rivera e Inés Arrimadas en Sevilla es buena. Pero no es ni mucho menos suficiente. Todavía están a tiempo.