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Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Los Clinton de Cádiz se retiran

Teresa Rodríguez y José María González se besan la noche de su éxito electoral.

Teresa Rodríguez y José María González se besan la noche de su éxito electoral. / Fito Carreto

CON el especial acierto predictivo que Cádiz tiene para sobrenombrar a las personas, Teresa Rodríguez y José María González, Kichi, pareja política y sentimental, fueron apodados como los Clinton. Otra familia, con candidato de Ciudadanos, más atildados que los Kichis, velero en el pantalán y con varios nombres insignes en la política gaditana desde la oposición franquista era conocida como los Kennedy. Es verdad que los naranjas tuvieron ese estilo elegante de los Kennedy, aunque lo que ahora se discuta es si dejan al mando del funeral a un hombre tan poco glamuroso como Edmundo Bal, ya apodado como el Enterrador. Inés Arrimadas sólo se queda para ser candidata, la última candidata.

El destino manifiesto de la extrema izquierda es dividirse con tendencia al uno. Teresa casi lo consigue, son dos

Teresa Rodríguez y Kichi dejan la política activa, se retiran al cumplir ocho años de mandato, y es lo mejor que hacen. El legado de la parlamentaria gaditana es nulo, pero ha servido bien a ese destino manifiesto de la extrema izquierda que es la de dividirse de modo sucesivo en siglas e ideologías alucinatorias con tendencia a alcanzar el uno. Casi lo ha conseguido: se ha quedado en dos, los dos parlamentarios que obtuvo Adelante Andalucía en las elecciones autonómicas de este año.

Su caso es de libro. Teresa Rodríguez posee un atractivo mediático poderoso, es de esas personas que se comen la cámara, habla bastante bien, ha leído mucho y discute mejor, pero su objetivo en la política es el de la pancarta, no el del gobierno. En sus primeras elecciones autonómicas, cuando militaba en Podemos, obtuvo 15 escaños. En las siguientes, en alianza con Antonio Maíllo, líder de Izquierda Unida, 17, y a partir de ahí siguió el camino de la subdivisión hasta llegar a dos.

Aunque su partido era Anticapitalistas, y antes de ello, Espacio Alternativo, encontró en el nacionalismo andaluz de izquierdas, llamémosle soberanismo, el elemento de fricción necesario para romper con Podemos. Se separó de modo amistoso de Pablo Iglesias, pero poco después sus compañeros de Podemos y, en especial, los de Izquierda Unida, que también son antiguos camaradas, porque Rodríguez había militado antes en la federación de Julio Anguita, la echaron de malos modos –creo que inconstitucionales– del grupo parlamentario. Se quedó con los leales y aprovechó las siglas para presentarse por Adelante Andalucía. Deja atrás, por tanto, el reguero de siglas al que debe aspirar todo buen camarada.

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