Entre los cientos de frases lanzadas por políticos en el fragor de las campañas electorales y que han dado pie a parodias, me sirve hoy para arrancar este artículo una de Leire Pajín, la que fuera secretaria de Organización del PSOE, cuando dijo aquello del "acontecimiento histórico planetario por la coincidencia de Barack Obama en la Presidencia de EEUU y la de José Luis Rodríguez Zapatero en la de la UE, en 2010".
De alguna manera, mensajes equivalentes a ese augurio pueril -acontecimientos históricos son pocos y el marchamo lo da la perspectiva del tiempo, ya sea en el planeta y en El Palmar de Troya- se han escuchado, más o menos sotto voce, en la campaña electoral para las elecciones municipales, en los ayuntamientos. Esas dudosas sinergias se han usado incluso como un argumento más en las negociaciones que ha habido para forjar alianzas de gobierno.
El planteamiento se basa en la creencia de que un gobierno municipal que esté en sintonía con el que hay en la Junta (ahora del PP y Cs); con la línea del que previsiblemente será presidente del Gobierno del país, Pedro Sánchez; o con el de la Diputación, hará más fácil que las necesidades que plantee el alcalde de turno se atiendan, que el teléfono se descuelgue en una administración ante una urgencia o haya menos riesgo de que los proyectos que dependen del presupuesto que manejan otros queden a la cola. Como en casi todo, no hay colores políticos en esto.
Lo llamativo es que ese argumento de que somos de la misma tendencia, cuando surge en ese nivel, no nos haga reaccionar con ironía o con enojo, como ocurrió con Leire Pajín y el altavoz de la prensa nacional. Por lo menos, debería dar pie a una reflexión crítica.
Porque en un país sensato, al que deberíamos aspirar, donde se gestionara de verdad en función de los ciudadanos, de sus necesidades y la calidad y solvencia de las propuestas que se generan, las prioridades de un gobierno no tendrían que depender de sintonías políticas ni de los amigos del partido.
Sólo se denuncia esa realidad cuando, por ejemplo, hay una visita institucional de responsables del Gobierno central o de la comunidad autónoma a una empresa o por algún otro motivo a un municipio y no se convoca al alcalde pero sí al portavoz del grupo político de la oposición al que pertenece el gestor de la administración superior.
Por suerte, las cosas no siempre son así y es lo que explica la prevalencia en muchos ayuntamientos sevillanos y de otras provincias de alcaldes con un liderazgo incuestionado, a pesar de que hayan ido a contracorriente o pertenezcan a formaciones que han tenido escasa o nula presencia en administraciones de mayor nivel, pero cuyos representantes han sido activos y se han movido con inteligencia en los ámbitos en los que hacía falta. Eso sí es un argumento a la hora de presentar balances, de ganar elecciones y de formar gobiernos.
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