Afirman los que todo lo saben que las finales no se juegan, sino que se ganan. Bueno, pues en esa disciplina es un experto este Sevilla que tiene en ascuas a su gente de cara a la nada remota posibilidad de traerse el sexto título continental, ese que empezó como Copa de la UEFA y que hoy es Liga Europa. También otro que todo lo sabe ha afirmado que el Sevilla ha de hacer valer su jardín de flores para que la conquista se haga realidad, en fin...

Esto de hoy en la noche de Colonia no es un mero Día D, sino un cúmulo de efemérides que el Sevilla ha ido atesorando día a día, golpe a golpe, verso a verso, que para eso se ha erigido en el gran verso suelto de este verano de pandemia y crujir de dientes. Roma, Wolverhampton y United fueron quedando atrás en la gran alfombra roja que rinde esta noche en el suntuoso RheinEnergieStadion, rodeo en el que ya hizo, Bono mediante, que el Manchester United hincase la rodilla.

El Inter, el laureado Internazionale de Milán que labró su fama en manos de Helenio Herrera, Suárez, Fachetti, Mazzola, Jair y Corso, será quien aguarde en la otra orilla a la tropa insultantemente osada de Lopetegui y la verdad del cuento es que entrambos atesoran mucha plata continental, una barbaridad de logros que los nerazzurri iniciaron con aquella Copa de Europa en el Prater que significaría el adiós de Alfredo di Stéfano a la blanca camiseta del Real Madrid.

Lo de hoy es otra historia y en ella tiene un papel de mucho protagonismo el Sevilla, pentacampeón de esta justa y que ha dado golpes muy sonoros en la mesa de esta fase final en Alemania. Tanto en Duisburgo como en Colonia ha quedado bien claro el potencial del equipo que adiestra el hoy piropeado Julen Lopetegui por los mismos que criticaron su contratación. Es a las nueve de la noche junto al Rin este choque entre aristócratas europeos, conque, silencio, se juega.