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las claves

pilar Cernuda

La Comisaría europea se le complica a Cañete

Calvario. Su desafortunado comentario machista sobre Elena Valenciano ha dado paso al conflicto de intereses entre sus negocios y la Comisaría europea de Industria y Cambio Climático

SU desafortunado comentario sobre las dificultades para debatir con una mujer, comentario machista, le está pasando factura al ex ministro de Agricultura, que jamás pensó que podría tener tan graves consecuencias. Si no hubiera sido por esa frase dedicada a Elena Valenciano, probablemente los socialistas españoles no habrían puesto tanta inquina en sacar a colación su participación en varias empresas, porque es de dominio público que Miguel Arias Cañete cuenta con acciones en varias sociedades desde hace años, en la mayoría de los casos por su matrimonio con Micaela Domeq, perteneciente a una familia jerezana con propiedades agrícolas importantes, heredadas de sus antepasados, y empresas de muy distintos sectores industriales.

La prueba de que su malhadada frase ha puesto escollos en el camino hacia la comisaría, es que durante sus años de ministro de Agricultura apenas se había puesto el acento en sus participaciones accionariales. Sólo en una ocasión, en uno de los numerosas ocasiones en que se produjeron conflictos en Gibraltar, se apuntó que el entonces ministro tenía participación en una de las empresas que suministraban combustible a los buques que repostaban en alta mar en su paso por el Estrecho, a lo que respondió Arias que la empresa en la que tenía acciones era de almacenamiento de combustible y por tanto no estaba afectada por las medidas relacionadas con las facilidades para repostar.

Hasta que pronunció la frase sobre el debate con Valenciano, nada hacía pensar que Arias Cañete encontraría obstáculos para ser comisario. Tradicionalmente el partido de la oposición en España ha aceptado siempre la candidatura propuesta por el Gobierno y, cuando antes de la ampliación de la Unión Europea, España contaba con dos comisarios, se ponían de acuerdo PSOE y PP para designar a dos personas cercanas a cada uno de los dos partidos.

Por otra parte en la UE funciona desde hace años la alianza entre el PPE y la Alianza Progresista y Socialdemócrata del Parlamento Europeo -a la que pertenecen el PP y el PSOE respectivamente- para apoyar mutuamente a sus candidatos en los cargos de la Comisión. Es la razón por ejemplo de que la presidencia del Parlamento Europeo haya pactado durante años que el presidente de la Eurocámara fuera la mitad del mandato un europarlamentario de uno de los dos grupos y la otra mitad el candidato del otro partido. Por eso fueron presidentes del Parlamento Europeo Enrique Barón y José Borrell.

En las elecciones últimas, las de la pasada primavera, y por aplicación del Tratado de Lisboa, los votantes conocen de antemano los candidatos a la presidencia de la Comisión y a la presidencia del Parlamento Europeo, y se mantuvo el acuerdo entre los dos grandes grupos de apoyar al más votado por los ciudadanos, acuerdo al que se sumaron también los liberales de Alde.

Acuerdo que rompió Pedro Sánchez al ser elegido candidato a la secretaría general en primarias, cuando dio instrucciones de que los españoles no dieran su apoyo al luxemburgués Juncker cuando los diputados españoles del PP ya habían votado al socialista alemán Martin Shulz para la presidencia del Parlanento Europeo. Una decisión que acataron los eurodiputados del PSOE, aunque alguno lo hizo con desgana. Ramón Jáuregui, que conocía cómo funciona el PE pues había sido eurodiputado en la anterior legislatura, incluso escribió un artículo expresando su malestar por la ruptura del acuerdo y por las consecuencias que podía acarrear a la imagen del PSOE en Bruselas y Estrasburgo.

Días antes de los exámenes o hearings a los candidatos a formar prte del equipo de Juncker, aparecieron reticencias hacia varios nombres: a Miguel Arias Cañete por un posible choque de intereses a pesar de que vendió sus acciones en dos empresas del sector energético cuando Juncker le ofreció Industria y Cambio Climático, al británico Johnathan Hill por sus contactos financieros y su trabajo como lobista, a la eslovena Alenka Bratusek porque poco menos que se había autodenominado candidata a la Comisión aprovechando su cargo de primera ministra, y a la rumana Corina Cretu porque había formado parte de la KGB, o eso afirmaban en su país. Por otra parte en su historial contaba un romance con el ex secretario de Estado americano Colin Powell, por lo que su examen provocó una gran expectación.

En este ambiente previo, Arias Cañete preparaba su candidatura con tanto ahínco como si se tratara de una oposición. Confesaba que llegaba a cansarse tras seis horas seguidas de estudio, lo que indicaba que dedicaba al estudio de los dossiers más de esas horas al día, además de mantener reuniones constantes con los directores generales adscritos a las comisiones de Industria y Cambio Climático que eran dos en la anterior legislatura, y le preparaban los informes para su hearing.

No temía las preguntas sobre cambio climático pues conocía bien el tema por su experiencia en Agricultura y Medio Ambiente, y tampoco los grandes asuntos sobre Industria y Medio Ambiente, pero temía que para tratar de descalificarle por su supuesta incompatibilidad empresarial, le hicieran preguntas muy concretas sobre cuestiones menores que sin embargo podían convertirse en obstáculos que utilizaran sus adversarios -la izquierda, los Verdes y los socialistas españoles- para apartarlo del camino.

Al mismo tiempo que preparaba su examen, se reunía con los coordinadores de los siete grupos parlamentarios para tratar de convencerles de que estaba capacitado para asumir sus responsabilidades, pero chocaba con la campaña que el PSOE hacía en su grupo para que no pasara el hearing.

Por otra parte los cuatro eurodiputados de UPyD, divididos en dos, sin embargo decidieron votar en su contra porque consideraban poco claros sus negocios. Problema al que se sumó que, dos días antes del examen, amplió su declaración de ingresos para incluir que durante su etapa como presidente de la Comisión de Conflictos del PP recibía un sueldo del partido, que luego explicó que no se trataba de un salario sino de gastos que debía justificar. Pero indudablemente todo ello enrareció aún más el ambiente respecto a su candidatura.

El examen lo superó sin excesivas complicaciones, aunque no respondió las preguntas relacionadas con su cuñado, el hermano de su mujer, que supuestamente le había comprado las acciones que puso a la venta en las empresas que podían ser incompatibles con sus nuevas funciones. Insistió en que ni él mismo ni su mujer ni su hijo tenían ya vinculación con esas empresas, mientras los eurodiputados contrarios a su candidatura le preguntaban por el cuñado. Al finalizar, los socialistas pidieron voto individual en lugar de que los coordinadores de los grupos parlamentarios hicieran suyos los votos del grupo, lo que significaría en ese caso que incluso los eurodiputados del PSOE pertenecientes a las comisiones de Industria y Cambio Climático, o los 4 de UPyD adscritos a los liberales Alde se sumarían a los del resto del grupo. Y en ese caso, si funciona el acuerdo entre los tres formaciones "grandes", Cañete saldría elegido.

Pero antes de que se produzca esa votación, tendrá que ser sometido a otro trámite, al igual que cuatro candidatos más: el comité jurídico del PE, que debe dictaminar si ya no tiene ninguna influencia en las empresas con las que podría producirse conflicto de intereses si finalmente es elegido comisario europeo de Industria y Cambio Climático.

Para Miguel Arias Cañete el acceso a la Comisión ha sido un calvario, como ha ocurrido con otros candidatos. Lo que indica por otra parte que han cambiado mucho las cosas en la UE desde que se decidió en Lisboa hace pocos años que debía existir mayor control sobre los cargos institucionales, que el PE debía tener más capacidad de decisión, y que los ciudadanos debían tener más influencia en la elección de sus representantes europeos.

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