CONTINÚA sacándosele mucha punta a la ocurrencia de Bosch Valero de ponerle precio al gol. Ha causado sorpresa la valoración que el hombre que administra las acciones de Lopera le ha dado a un valor tan intangible como es meter el balón en la red. Sin duda, el máster en fútbol que le recomendaba cierto consejero, de infausto recuerdo como todos los que iban en aquel barco, está surtiendo efecto y un hombre que se consideraba lego en la materia futbolística ha logrado dar con la piedra filosofal que permite no equivocarse a la hora de fichar a ese hombre que sea capaz de garantizar la suerte suprema, el gol.

Quiero creer que fue una forma de aproximarse a una realidad que se está mostrando esquiva con los intereses del club que dirige, ¿o no es él quien dirige al Real Betis Balompié? El gol es el tesoro más preciado en este hermoso asunto del fútbol y el Betis apostó en tiempo de apuestas por unos futbolistas que llegaban con la mochila repleta de riesgo de lesiones. Si el gol vale lo que vale, que sólo Bosch Valero es al parecer conocedor de su precio justo, el Betis apostó por un central experimentado como Mario para evitar que lo hiciera el contrario y por una estrella universal para sumarlos. Pero tanto Mario como Santa Cruz apenas salen de la enfermería.

Y es que el gol no sólo tiene precio fijo, sino que resulta conveniente huir de adquisiciones que llevan marcado el estigma de la fragilidad. Estoy convencido de que con Mario y Santa Cruz en plenitud, el Betis andaría con cinco o seis puntos más y dando unas sensaciones que empujasen más al optimismo. Alguien podría decirme que si ambos futbolistas no tuviesen esa rémora no habrían venido al Betis y que seguirían en el Barça o en el Bayern, los dos primeros grandes que apostaron por ellos. Por tanto, y constatando lo caro que sale el gol, convendría afinar un poco más en estas cuestiones, que lo mejor suele ser enemigo de lo bueno, Escrivá de Balaguer dixit.