Algunos concejales del gobierno con funciones de delegado de distrito lo están pasando mal. Les cuesta un mundo tratar de convencer a los vecinos de que no hay fondos para arreglar aceras, instalar bancos o mejorar los colegios, cuando reciben noticias del impacto económico que tienen en la ciudad determinadas celebraciones. No entienden tanto relumbrón de cara al exterior cuando hay problemas domésticos que deberían ser la prioridad de las políticas municipales. Algunos de estos delegados reconocen que es difícil gestionar la coyuntura y explicar a los vecinos que todo suma.
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