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La ciudad y los días

Carlos Colón

Conciencias y votos

ESTOY de acuerdo con la consejera de Salud: "La intención del voto pertenece a la conciencia individual de cada persona, que, en función de su escala de valores, tiene que decidir cuál es su mejor opción política". Pero no lo estoy en su crítica radical, compartida por todo su partido, al comunicado de los obispos del sur que motivó su comentario. Y no lo estoy, no porque personalmente comparta o no dicho comunicado, sino porque los cristianos no somos ese dócil rebaño electoral que los jerarcas del PSOE (y a veces también de la Iglesia) creen que somos.

Habrá cristianos obedientes a la jerarquía que al votar pongan las recomendaciones de los prelados por encima de su conciencia individual y su escala de valores, como habrá socialistas obedientes al PSOE que al votar pongan al partido por encima de su conciencia individual y su escala de valores. Habrá cristianos y socialistas cuya conciencia individual y escala de valores coincidan con los obispos y con el partido, votando en cada caso en total acuerdo individual con las recomendaciones institucionales. Y habrá cristianos y socialistas que no estén conformes con la jerarquía o el partido, y votarán obedeciendo más a su conciencia individual y sus valores que a las autoridades que representan las instituciones o formaciones a las que se sienten vinculados. En este caso, pese a que los aparatos de las iglesias o de los partidos tiendan a pensar lo contrario, nadie podría decir con fundamento que traicionan a la Iglesia o al PSOE. ¿O es que pertenencia quiere decir sometimiento acrítico, adscripción irracional y conciencia amordazada? Tenga esto en cuenta la consejera; y con ella su partido, muy dado a fomentar el voto como militancia progresista obligatoria, a penalizar a los disidentes y a considerar traición la crítica.

La polémica se ha centrado sobre todo en la despenalización total del aborto y en la eutanasia, cuestiones de la máxima gravedad ética que no deberían ser objeto de utilización electoralista, simplificación maniquea o manipulación demagógica. Es difícil tener una opinión totalmente definida y sin matices sobre ellas: pertenecen a ese ámbito en el que la compasión, la lucha contra el dolor, la autonomía de la conciencia personal, las ideas, las creencias y las emociones se entrecruzan, haciendo difícil sostener opiniones -éticas o científicas- inamovibles. Es por ello necesario que se haga un esfuerzo por reconducir estas cuestiones de la simplificación político-electoral, o de un enfrentamiento entre ciencia y fe más del siglo XIX que del XXI, al riguroso debate ético y científico.

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