CUANDO amanece un martes en el que va a celebrarse uno de esos partidos del siglo que tienen efecto una semana sí y otra también, hay que detenerse un instante en lo que dio de sí la jornada liguera. Cuando las horas galopan a la búsqueda de la Hora H en el Camp Nou para dilucidar quién pasa a cuartos de Champions, si Barça o Milan, hemos de convenir en que la jornada liguera sirvió para la confirmación de muchas sospechas.

Una de las confirmaciones vino en la noche del sábado desde Palma y fue que el Sevilla como viajero es un desastre sin nada que ver con el poderío que muestra como anfitrión. Se encontró a un Mallorca sin nada de la permisividad que mostró en la Copa y al que Manzano aleccionó convenientemente. Sobre todo hay que reconocer cómo diseñó en la pizarra el antídoto para Jesús Navas, hasta el punto de que el palaciego estuvo desaparecido y, por supuesto, desconocido.

También desveló la jornada liguera que el Betis ha reconducido su vida tras una de esas malas rachas que padece periódicamente. Igualmente, que las cosas son como deben ser, ahí tenemos ya al Real por encima de un Atlético que está bajando espectacularmente de nivel. Y viendo su partido me acordé de algo que dijo Monchi en el verano, que la Real Sociedad podía ser la revelación del campeonato. Y así es, gracias a su intensidad atrás y su talento delante.

Son conclusiones negro sobre blanco mientras vivaqueamos en las horas previas a ese apasionante Barça-Milan que se libra esta noche en el coliseo de la Riera Blanca. La renta que se traen los lombardos de la ida le da al choque un plus de interés tremendo. El Barça está obligado a mucho y en cualquier otro momento hubiera parecido menos complicado que ahora. Los azulgrana andan espesos, como huérfanos de liderazgo, pero su calidad individual es tanta que...